Antonio Rivas
La Insignia.
España, mayo del 2008.
Aunque la novela policíaca es un género que tiene cierto éxito entre buena parte de los lectores españoles, hasta el punto de ser conocida y respetada como una opción válida literariamente hablando, también es cierto que en su mayor parte, lo que aquí se consume se limita a las importaciones made in USA y a la producción nacional. Nada que objetar, desde luego, ya que los clásicos son siempre los clásicos, y el nivel medio de los autores autóctonos es bastante alto. Sin embargo, otras fuentes son injustamente olvidadas, y resulta particularmente hiriente la presencia apenas testimonial de representantes del polar francés en nuestras librerías. Muy mal.
(Anticipándome a las réplicas: cierto, hay autores conocidos, el belga Simenon suena bastante a cualquier aficionado a la serie negra, en el ámbito cinematográfico llegan las producciones policíacas francesas, y durante el boom del cómic los aficionados pudimos disfrutar de historietas del género de gran calidad. Sin embargo, en proporción al volumen de la producción gala, o comparándolo con el de obras norteamericanas, lo que se publica es una fracción ínfima).
Muy mal, repito. Y como muestra un botón.
Marsellés, crecido bajo la ocupación alemana, veterano de la guerra de Argelia, amante incondicional del cine y ex profesor de instituto, Claude Klotz (alias Patrick Cauvin) tiene en su haber una cincuentena de novelas repartidas más o menos a partes iguales entre el policíaco y el humor (firmando como Klotz) y el mainstream (Cauvin; éstas últimas llevadas al cine en su práctica totalidad). Aún en activo, alterna la literatura con la crítica cinematográfica y la escritura de guiones de cine y cómic, es ampliamente conocido y automáticamente un best seller en cuanto aparece una de sus obras. Y por buenos motivos.
En sus comienzos, y cuando aún se dedicaba a la enseñanza, sus primeras obras mainstream recibieron una buena acogida de la crítica. Un pequeño cambio de orientación basado en dos detalles esenciales: el lenguaje cinematográfico (el comentario más habitual tras la lectura de alguna de sus novelas suele referirse a que el ritmo es idéntico al de una película de acción) y su experiencia como profesor de literatura (en una entrevista confesó cómo le llamó particularmente la atención el hecho de que las obras que los escolares tenían como obligatorias estarían muy bien, pero al contemplar con sus propios ojos cómo se les caían los libros de las manos a los alumnos, decidió que los clásicos no eran el mejor camino a seguir), et voilà, éxito de público.
Lo ideal sería poder decir ahora "y nosotros que lo disfrutemos", pero me temo que no. A mediados de los setenta (del siglo XX, claro) se publicaron en España apenas media docena de novelas de la serie de Rainer (ahora volveremos a ésto) en una edición voluntariosa que aprovechaba el tirón del género que hubo en esa época, pero de la que se puede decir, siendo particularmente amables, que la distribución fue escasa y las traducciones dejaban mucho que desear. Entre esa época y los ochenta se publicaron también algunas de sus novelas mainstream firmadas como Cauvin (todo agotado, me temo). Y después, nada.
Resulta curioso el hecho de que un autor así pase tan desapercibido, habiendo como hay afición al policíaco en España. O que su personaje principal, Reiner, sea un desconocido.
Porque Reiner es... Bueno, vayamos por partes.
Cuando Klotz decidió dar el salto a la literatura popular, puso toda la carne en el asador y creó un personaje digno de pasar al panteón del género, con méritos tan elevados como cualquiera de los clásicos, desde el agente de la Continental a Parker (ver la Cosecha Roja dedicada a Donald Westlake). Su primera novela, Casse Cash, presenta al personaje de esta forma, en palabras de un inspector de policía que le está persiguiendo:
"Ni una foto, ni una huella, sólo un retrato robot absolutamente inútil [...]. Cuatro atracos a mano armada en solitario, tres muertos, veintinueve millones. En quince días, no está mal."
Tras un comienzo explosivo (la localización de Reiner en una gasolinera, el dispositivo montado para atraparle y cómo consigue escapar a base de ingenio y tiros de una "caza del hombre" en la que están movilizadas conjuntamente la policía, la gendarmería y las fuerzas de seguridad), Reiner decide montar un gran golpe asaltando un megacentro comercial en sábado en hora punta de compras. Para ello monta una banda uniendo dos grupos (un gang de ex comunistas y un grupo de neonazis en busca de fondos para montar su propia revolución aria, cada uno dispuesto a no dejar que la otra parte vea un franco del botín). Asaltan el centro a punta de pistola. Se esconden. Acaban matándose entre ellos (salvo dos de los nazis que escapan con el dinero). Reiner comienza la persecución mientras todas la policía del país va tras él. Hay sorpresas, traiciones y terceras partes implicadas.
Y todo esto no es ni la primera mitad de una novela de bolsillo que no llega a las doscientas páginas, con un ritmo (¿lo he dicho ya?) cinematográfico y una capacidad de captar la atención que hace que sea imposible dejar la novela hasta ver cómo diablos termina semejante enredo.
Tras el éxito de Casse Cash era inevitable que continuasen las entregas de las andanzas del personaje (Putsch-Punch, Alpha Beretta, Jap Job, Kobar y muchas más), aunque Klotz tuvo el buen sentido de no encasillarse con la serie, alternándola con novelas de estilo más realista, otras policíacas fuera de la serie de Reiner, y unas cuantas más de corte humorístico (en Et les cris de la fée narra las aventuras del mago Merlín en clave de thriller, resultando una novela de serie negra terriblemente divertida), biográfico (sobre la guerra de Argelia), o de pura intriga (Iaroslav, llevada al cine en 2002 -Entre chiens et loups-, donde dos mercenarios han de ir a Rusia con el objeto de cometer un asesinato político). Sin olvidar el cómic Bellagamba (Max Cabanes al dibujo), que narra las aventuras de dos investigadores de lo paranormal en la más pura línea de Expediente X.
De modo que sólo puedo añadir: "y aquí que lo veamos". Ojalá. Cualquier comentario adicional estaría de más. Como mucho, aconsejar a quienes dominen la lengua francesa un paseo por amazon.fr e introducir "Claude Klotz" como clave de búsqueda. Vale la pena.
Publicado originalmente en Bibliópolis
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