El misántropo y mordaz periodista Mariano Larra y el intrépido y seductor fotográfo Fran Kapa serán los testigos y a la vez los únicos sospechosos de unos inexplicables asesinatos mientras realizan un reportaje sobre una exposición de Velázquez en el Museo del Prado. Estos dos anacrónicos y atrabiliarios personajes, junto con otros cuatro -un guasón estudiante de robótica, una extravagante danesa admiradora de cuatros sobre enanos, un escritor empedernidamente romántico y el oportunista director del dominical Todos Encantados-, se verán envueltos en una trepidante investigación que les llevará, en su búsqueda de la verdad, hasta las entrañas del propio museo y de sus insondables misterios.
Los Crímenes del Museo del Prado
Tomas García Yebra
Funambulista 2008
518 Páginas.
1 comentario:
¡Uf! No sé ni por dónde empezar.
El libro que acabo de terminar es algo inaudito en el panorama actual de las letras hispanas. Hacía tiempo que no me reía tanto, y con un humor a la vez sardónico y sumamente inteligente. Bueno, imagínense unos personajes tipo Wilt con ocurrencias de lo mejor de Tom Sharpe, en una trama a lo Dan Brown a la que pudiéramos llamar, por ejemplo, el Código Velázquez. Añadamos Tres horas en el Museo del Prado, del maestro Eugenio D´Ors y una rubia despampanante licenciada en Arte, de Copenhague, y de paso por Madrid, apasionada de los arenques.
Imaginemos unos protagonistas que son:
a) Mariano Larra, periodista y articulista de la revista Todos Encantados, sin teléfono pero dueño de un criado llamado Bambú, el cual que viste camiseta con dorsal nº 7 y duerme en una hamaca de red en una casa de tintes de época.
- La culpa de que los matrimonios fracasen es la comunicación. Hay demasiada.
c) Fran Kapa, fotógrafo de la misma revista y compañero del anterior. Sólo mira a través de su Leica y a pesar de ser un salido de la leche -según una teoría la cual se expone en el relato-, se le escapan todas.
d) Yakamoto Ohio, japonés con dentadura algo más que prominente.
e) Juanita Lucena, la Ministra de Cultura al uso, más aficionada a las cámaras y al protagonismo que a sus labores de Estado.
f) Y un sinfín de escritores, policías y pensadores de época
- ¿Por qué Grecia y Roma representaban a los dioses con el miembro caído?
- El paradigma de la cultura grecolatina es la imperturbabilidad.
Este es un libro para pasar el rato y no poder dejarlo hasta que se le caigan a uno las cejas de madrugada. Es irreverente y deliciosamente incorrecto. Sus escenas son terriblemente divertidas y con disquisiciones sociológicas más que considerables.
Es una perfecta novela de suspense que no deja títere con cabeza y que, además, es un recorrido sin tiempo de por medio de la mano de los mejores escritores y articulistas del Madrid de los Austrias. Arrasa contra la prensa banal y las publicaciones sin ningún tipo de miramientos. Saquea todo argumento acerca de los programas televisivos en directo. Deja por los suelos la validez de las exposiciones museísticas del siglo, alojando a los cultos visitantes en un cubo de basura. Y, por supuesto, desmantela el papel de la Cultura en los tiempos que nos ha tocado vivir y a la vez nos hace caernos por los suelos de risa al descubrir a Mortadelo en una pintura del Bosco. Y mientras la policía buscando a Filemón. Ya sabe todo el mundo que van siempre juntos…
Y cientos y cientos de detalles que no pienso desvelar. Hacía años, creo que desde la publicación de “El impostor sentimental” que no me reía tanto con un autor español. Y hablo de años y años.
- Suicidarse es entrar al trapo de la vida, y la vida hay que vivirla a un metro o dos de distancia. (Larra)
Su autor, Tomas García Yebra, licenciado en Arte por la Universidad Complutense - se nota-, ejerció periodismo en el difunto “Ya”.Por un reportaje en dicho diario le dieron el Premio UNICEF. Siguió con “El Semanal” y acabó de jefe de la sección de cultura en la agencia Colpisa. Ha publicado anteriormente a esta obra tres novelas, dos ensayos históricos y un ensayo sobre Cela.
- El ingenio no consiste en decir cosas nuevas, maravillosas y nunca oídas, sino en decir lo mismo de una manera diferente.- Le comenta el personaje de Larra a Hartzenbusch.
Pues eso mismo pienso yo acerca de la maestría del escritor.
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