Dos periodistas infiltradas en la Azoka
¿Quién nos iba a decir que terminaríamos siendo las protagonistas de una novela negra? Siempre hay una primera vez. Cuatro escritores inventan un pequeño relato para nuestros lectores. Éste es el resultado.
Sandra Atutxa
Fuente:
¿Quién nos iba a decir que terminaríamos siendo las protagonistas de una novela negra? Siempre hay una primera vez. Cuatro escritores inventan un pequeño relato para nuestros lectores. Éste es el resultado.
Sandra Atutxa
Si improvisamos un relato? Tener a cuatro autores de novela negra frente a frente, después de desgranar algunas características de este género, incita a cosas como éstas. Sería una historia en torno a la Feria del Libro, en Bilbao. Al principio les costó aceptar la propuesta. “¿Así, de golpe?” Era un poco atrevida, pero podía resultar divertido.
Lo importante era improvisar. Los cuatro escritores comenzaron a soltar ideas hasta lograr lo planteado. “Es difícil inventarse algo, así en un momento”, dijo José Javier Abasolo. Tras un momento de impasse, Jerónimo Tristante lanza la idea principal, que genera risas y gusta al resto de los escritores. “Ya sé. Ellas no son periodistas”. Y si no somos periodistas, ¿qué somos? Preguntamos.
“Vamos a ver”, prosigue Tristante. “Vosotras sois infiltradas de una mega editorial. Queréis robar ideas”, prosigue el relato. Sin comerlo ni beberlo, los autores acaban haciéndonos protagonistas de una trama negra, muy negra.
“Arantza y Sandra vienen de DEIA para hacer un reportaje sobre la Feria del libro de Bilbao. Con sus cuadernos y grabadoras bajo el brazo, aguardan en la rueda de prensa atentas a las explicaciones que nosotros hemos dado en relación a nuestros libros.Aparentemente no hay nada raro en su presencia.Aparentemente. Están trabajando. Pero, en realidad no les interesa lo que les estamos contando”, continúa Jose Luis Muñoz.
“Tras la correspondiente presentación, las dos periodistas se acercan a los escritores para hablar con ellos y con voz sutil, con firmeza les proponen hacer un reportaje para su diario: “Podemos charlar un rato con vosotros? Queremos hacer un reportaje sobre la novela negra. Conocer sus características, los elementos imprenscindibles para hacer una buena novela negra... No os quitaremos mucho tiempo.Os lo prometemos”. Así continúan. Los cuatro escritores, Jerónimo Tristante, Enrique Cortés, José Luis Muñoz y José Javier Abasolo aceptan la propuesta. “No sospechábamos nada, no pensamos que detrás de esa inocente propuesta se escondiera una maliciosa intención”, añaden a la novela. “Ante una nueva edición del premio de su editorial, saben quién va a ser el ganador”.
Está amañado, pero le tienen que dar un tema sobre el que escribir, así que “tras charlar con ellos, las dos periodistas piden que les escriban un corto relato para publicarlo en su periódico, pero en realidad no quieren publicar nada, sino lograr ideas para pasarlas a su editorial. Son dos infiltradas”, añade Enrique Cortés.
¿Se descubre el pastel? “Las periodistas falsas son muy listas”, lanza Jose Luis Muñoz. Comienzan a aparecer cadáveres. Tres de los cuatro escritores mueren. “Uno harto de beber cerveza, al otro le da un infarto de tanto bailar salsa en un garito de Bilbao, y el tercero aparece muerto con catorce puñaladas”. Así describe las muertes Enrique Cortés.
¿Y qué pasa con el cuarto? “El cuarto, el vasco, es el más listo y el que se une a las dos periodistas infiltradas. Se reparten el dinero y se convierten en cómplices”, bromean. “Para ser una historia en un minuto no ha quedado tan mal, ¿no? bromea Tristante.
Lo importante era improvisar. Los cuatro escritores comenzaron a soltar ideas hasta lograr lo planteado. “Es difícil inventarse algo, así en un momento”, dijo José Javier Abasolo. Tras un momento de impasse, Jerónimo Tristante lanza la idea principal, que genera risas y gusta al resto de los escritores. “Ya sé. Ellas no son periodistas”. Y si no somos periodistas, ¿qué somos? Preguntamos.
“Vamos a ver”, prosigue Tristante. “Vosotras sois infiltradas de una mega editorial. Queréis robar ideas”, prosigue el relato. Sin comerlo ni beberlo, los autores acaban haciéndonos protagonistas de una trama negra, muy negra.
“Arantza y Sandra vienen de DEIA para hacer un reportaje sobre la Feria del libro de Bilbao. Con sus cuadernos y grabadoras bajo el brazo, aguardan en la rueda de prensa atentas a las explicaciones que nosotros hemos dado en relación a nuestros libros.Aparentemente no hay nada raro en su presencia.Aparentemente. Están trabajando. Pero, en realidad no les interesa lo que les estamos contando”, continúa Jose Luis Muñoz.
“Tras la correspondiente presentación, las dos periodistas se acercan a los escritores para hablar con ellos y con voz sutil, con firmeza les proponen hacer un reportaje para su diario: “Podemos charlar un rato con vosotros? Queremos hacer un reportaje sobre la novela negra. Conocer sus características, los elementos imprenscindibles para hacer una buena novela negra... No os quitaremos mucho tiempo.Os lo prometemos”. Así continúan. Los cuatro escritores, Jerónimo Tristante, Enrique Cortés, José Luis Muñoz y José Javier Abasolo aceptan la propuesta. “No sospechábamos nada, no pensamos que detrás de esa inocente propuesta se escondiera una maliciosa intención”, añaden a la novela. “Ante una nueva edición del premio de su editorial, saben quién va a ser el ganador”.
Está amañado, pero le tienen que dar un tema sobre el que escribir, así que “tras charlar con ellos, las dos periodistas piden que les escriban un corto relato para publicarlo en su periódico, pero en realidad no quieren publicar nada, sino lograr ideas para pasarlas a su editorial. Son dos infiltradas”, añade Enrique Cortés.
¿Se descubre el pastel? “Las periodistas falsas son muy listas”, lanza Jose Luis Muñoz. Comienzan a aparecer cadáveres. Tres de los cuatro escritores mueren. “Uno harto de beber cerveza, al otro le da un infarto de tanto bailar salsa en un garito de Bilbao, y el tercero aparece muerto con catorce puñaladas”. Así describe las muertes Enrique Cortés.
¿Y qué pasa con el cuarto? “El cuarto, el vasco, es el más listo y el que se une a las dos periodistas infiltradas. Se reparten el dinero y se convierten en cómplices”, bromean. “Para ser una historia en un minuto no ha quedado tan mal, ¿no? bromea Tristante.
Genial. Gracias a José Javier Abasolo.
Fuente:
No hay comentarios:
Publicar un comentario