Para qué negarlo. Camino de Ida es la lectura novel suicida más apasionada del 2007. Y Matar y guardar la ropa es la confirmación de un autor, hasta ahora desconocido y escondido en Malasaña.
Salto de Página, la editora de Carlos Salem, no se podía imaginar ni en sus mejores sueños que dos de sus autores se pudieran codear en Gijón con dos premios, que dan un prestigio al autor que los consigue, el propio Carlos y su amigo del alma, Leonardo Oyola.
Si la novela policíaca vive hoy en día una tercera juventud, en autores y publicación; mucho me temo que se lo debemos a los autores que vienen de las Américas y que muchos de ellos, se aposentan en nuestras ciudades. Ellos han tenido la mejor escuela del mundo, la calle y las situaciones políticas que soplaron con fuerza sus países respectivos.
Al llegar a mis manos Matar y Guardar la ropa, y leer la sinopsis mis ojos temblaban de alegría. Me disponía a volver a disfrutar de otra novela, que me volvería a entusiasmar y a reír a mansalva.
Al acercarme a su presentación en Barcelona, pude disfrutar de la compañía en “troupe” del Bukowski Club y sobre todo del nerviosismo de su autor, por las causas anteriormente citadas. Él ya sabía que había sido seleccionado finalista del Memorial Silverio Cañada, y estaba a punto de explotar.
Mi relación con Carlos Salem y su anterior novela, se remonta a pleno mes de Agosto; rehabilitación de mi pie maltrecho en la anterior SN y se me acabó una lectura.
Me acerqué a la primera librería que encontré, y en un estante medio caído y apartado, había un único ejemplar de “Camino de Ida”; la leí con la certeza de que había encontrado un tesoro y así fue. Más tarde, quise compartir la lectura con algún amigo más, que naturalmente confirmó lo que yo creía como lector. Dinamita pura, pero faltaba la explosión final y aquí nos encontramos, esta segunda entrega.
Un asesino a sueldo, con problemas de toda índole, y que tiene que hacer un trabajito en un camping nudista de Murcia, y que por las casualidades de la vida en el mismo veranean su ex mujer, sus dos hijos, el compañero de la mujer (un juez de los peligrosos), un inspector que observa sus movimientos, y un amigo de la infancia. La pregunta es fácil ¿Cómo unimos todo?
Me acerqué a la primera librería que encontré, y en un estante medio caído y apartado, había un único ejemplar de “Camino de Ida”; la leí con la certeza de que había encontrado un tesoro y así fue. Más tarde, quise compartir la lectura con algún amigo más, que naturalmente confirmó lo que yo creía como lector. Dinamita pura, pero faltaba la explosión final y aquí nos encontramos, esta segunda entrega.
Un asesino a sueldo, con problemas de toda índole, y que tiene que hacer un trabajito en un camping nudista de Murcia, y que por las casualidades de la vida en el mismo veranean su ex mujer, sus dos hijos, el compañero de la mujer (un juez de los peligrosos), un inspector que observa sus movimientos, y un amigo de la infancia. La pregunta es fácil ¿Cómo unimos todo?
Carlos es un barman y nos realiza un cocktel entretenido, divertido y que poco a poco se va construyendo una situación anecdótica e implacable, en que los personajes son culpables y inocentes y a la vuelta de la esquina vuelven a ser inocentes y culpables.
Pero todo este argumento, nos guardará sorpresas agradables. La relación de este número 3, asesino a sueldo de la Empresa, que se encarga de despachar personas; con su trabajada coartada de visitador médico ese Juan Pérez con sus hijos; la amistad con un anciano llamado Andrés Camilleri (profesor retirado y que escribe novelas policíacas), en claro homenaje al autor favorito del autor. Volverá a descubrir el amor con una jovencita llamada Yolanda, que lo embestirá en una nueva juventud.
Matar y guardar la ropa es la novela del verano, sin duda. Y Carlos, un amigo para siempre.
Camino de Ida
Por José Andrés Espelt
1 comentario:
Como dices, un pedazo de novelón.
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