La pregunta que daba título a la mesa redonda, fue la escusa para poner a 5 mujeres en la mesa que es muy interesante; si estás mujeres son autoras de novela policiaca ya la situación es sumamente peligrosa; pero si encima a estas mujeres se les pregunta ¿Son distintas las mujeres en el modo de escribir que los hombres?, entonces es una osadía y una provocación. Así de contundente y certera daba la entrada nuestra amiga Cristina, y no le falta razón.
Rapidamente lanzó las preguntas al aire, sin remilgos. Se denunciaron los tópicos de siempre, de que si la mujer se dedica más a la estructura de la trama y provoca en ella más sensibilidad, situaciones complejas y esquemáticas; en que la mujer se dedica más a la situación social y el hombre a la acción; si la mujer no tiene las mismas vivencias que pueda tener un hombre (en eso sí que estuvieron bastante de acuerdo).
Y es que no tenemos que olvidar, el género masculino y el femenino. Totalmente compatibles y absurdamente incompatibles.
Cristina Fallarás, se encargó de dar el toque peligroso; la acción a la mesa.
Teresa Solana, de desmentir tópicos y puso los ejemplos de Mankell y Camilleri (aunque no lo comprendí, Mankell tiene muchisimas más lectoras que lectores, y trata a las mujeres de una forma peculiar.)
Saskia Noort, se empleo a fondo en reivindicar los libros buenos o malos, sin diferencia de sexo.
Alicia Giménez, con su soltura y desparpajo, abogó por lo cualitativo y lo cuantitativo, me esperaba el ejemplo que puso y lo acerté. Dio el toque de humor a la mesa, y demostró explicando alguna anecdota que las escritoras también son personas, con sus defectos y virtudes.
Magdalen Naab, comenzó con la historia de una investigadora de Afganistan con burka y debajo de éste un Kalashnikov y siguió con ejemplos de casos detallados por la autora.
Total una hora corta, que nos demostró que no existe género en el género, si no buenas novelas.
Foto extraida de ADN: EFE/Julián Martín
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