07 mayo 2010

Un clásico italiano, el Mal en John Connolly y el caso de Felicidad Olaizola


En la mesa de comunicaciones “Lecturas y relecturas del género negro contemporáneo” se han repasado algunos casos particulares que proponen vías de acercamiento a la narrativa criminal desde variados puntos de vista. Miriam Arroyo Medina, investigadora de la Universidad de Salamanca, ha analizado de qué manera se entrelaza el género criminal con el de terror, a través de los casos de John Connolly, Thomas Harris y Stephen King. Yolanda Romano ha repasado la obra de Giorgio Scerbanenco, considerado el padre de la literatura negra italiana, y se ha leído la ponencia de Javier Otaola, que finalmente no pudo asistir presencialmente, sobre el caso de Felicidad Olaizola, lesbiana y Ertzaintza, que protagoniza las novelas de este autor.


John Connolly ha supuesto una atractiva variación temática en los patrones de la novela negra contemporánea. Su detective Charlie Bird Parker, ex policía e hijo de policía, está marcado por toda una historia de violencia que ha acabado con su propia familia. Acechado por personajes oscuros, se traslada a la agreste zona noreste de Estados Unidos y desde allí, con la ayuda de los espíritus de los muchos muertos que ha visto, consigue resolver casos que siempre tienen como fin la aniquilación de su propia persona. Connolly, irlandés que se traslada a la misma zona donde ambienta sus obras -territorio donde también vive Stephen King- juega con lo sobrenatural en un esquema de novela negra, muy negra. Hay un aura de mal envolviéndole, poniendo a prueba esa integridad moral que distingue al detective clásico, con los malos más malos que se recuerdan. Pero si Parker vence al mal en cada libro, renacido en virtud de la lógica serial, en las novelas de King el mal nunca muere, siempre permanece, porque esa inmanencia es la base de la narrativa de terror, del terror mismo. Miriam Arroyo ha señalado los paralelismos de estas dos maneras de contar y atisba tiempos futuros en el que los dos géneros vuelvan a producir juntos obras de categoría, ya que en su génesis con “Los crímenes de la calle Morgue”, de Edgar Allan Poe, caminban muy juntos.


“Hay algo sagrado en el sexo para felicidad. Por eso quizá su jaculatoria sexual favorita sea ‘Dios mío’”. Este es uno de los rasgos de Felicidad Olaizola, la protagonista policía y lesbiana de las novelas de Javier Otaola, “Brocheta de carne” y “As de espadas”. Otaola define en su ponencia las características de su personaje: inspectora suboficial de la Ertzaintza, un medio laboral en el que aparentemente no sufre ninguna discriminación evidente. Sin embargo, vive problemáticamente su condición de “hereje” y se identifica con los márgenes de la sociedad, aunque su función como investigadora le coloca en una posición de autoridad. Desprejuiciada, amante del sexo, de la buena vida y buen comer, reflexiona sobre el sistema y poder político, sin melodramas ni dogmatismos, sabiendo que todo fluye y todo cambia. Una pesimista alegre.

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