26 mayo 2010

La Barcelona negra y barroca del XIX, según Javier Calvo


'La corona de flores' narra el origen de la ciudad moderna en clave policiaca

ROSA MORA

El anatomista Menelaus Roca es liberado de la siniestra cárcel Reina Amalia de Barcelona por orden de la Corte. Cumplía condena de por vida. Se le requiere para que colabore con el Cuerpo de Vigilancia (CV), la policía secreta de la Restauración borbónica, en la resolución de los crímenes del Asesino de la Esperanza. Estamos en 1877, aunque La corona de flores (Mondadori), la nueva novela de Javier Calvo, arranca en 1868.

"He elegido un periodo tétrico y nefasto de Barcelona. Se ha producido la Restauración borbónica y hay represión militar, cultural y política. Se derriban las murallas y la ciudad antigua pierde su identidad. Un tiempo negro perfecto para narrar el conflicto entre modernidad y razón, y religión, magia y espiritualismo".

Roca, el Trasgo, criado en un horroroso orfanato, está obsesionado por hallar el eslabón perdido en la cadena de la vida. Según él, un pequeñísimo parásito es el que mantiene vivo al individuo y para encontrarlo crea una máquina monstruosa con la que mata a una mujer. Así va a la cárcel. Colaboró antes y vuelve a hacerlo ahora con el inspector del CV Semproni de Paula, otro personaje extraordinario. Tiene el aspecto de un niño de 11 años, es hiperviolento, fuma caliqueños sin parar y su mujer le engaña. Lo que más le gusta son las cargas policiales a caballo. Lo que De Paula ignora es que el Trasgo quiere resolver también un oscuro misterio de ese pasado.

Hay una violencia extrema en La corona de flores. Calvo (Barcelona, 1973) cuenta que no fue consciente de ello. "Los lectores son más malvados que los escritores. Escribes una escena de tortura y se divierten. No me extraña que se leyera tanto Millenium: ahí están todas las depravaciones, desde la tortura al incesto".

El escritor opina que sus personajes son "repulsivos", aunque en realidad son fascinantes. "He querido que todos transmitan una idea". Evidentemente, el Asesino de la Esperanza está contra el progreso. "Roca representa la ciencia y también la inhumanidad de la ciencia. De Paula es un policía estándar de la época".

Esos personajes y más se mueven en un eje, La Rambla, con el barrio de la Ribera a un lado y lo que es hoy el Raval al otro. En Trentaclaus (cómo se conocía la zona de Arc del Teatre) es donde la ciudad "ha ido expulsando su inmundicia, prostitutas, fumadores de opio, bebedores de láudano", como dice Calvo. Lo cuenta de tal forma que sientes el hedor de los callejones. "Hay pocas licencias con la geografía urbana".

"En esta novela hay un cambio de registro respecto a las anteriores", afirma el autor. "Es policiaca y además he reducido páginas. Soy hiperproductivo: mi primera novela (Risas enlatadas, 2001) tenía 500 páginas, y la última (Mundo maravilloso) 600. La corona de flores sólo tiene 300. Quizá por eso aparece entre las más vendidas en algunas librerías. En Mundo maravilloso ya había algo de género y en Estados Unidos e Italia se leyó como thriller literario; aquí fue al cajón de la literatura".

A Calvo le importa un bledo que se tache la novela negra de género menor. "Lo que quiero es que el lector se meta en la trama porque así es más fácil transmitirle lo que deseo contar. Nos pasa a los autores y a todos los artistas que evolucionamos hacia la sencillez". Calvo cita como referentes a Conan Doyle, a Edgar Allan Poe y los autores "decimonónicos de callejón". A Joan Perucho y a Juan Eduardo Cirlot. "He leído mucha historia y todo Narcís Oller".

La corona de flores puede ser policiaca y también gótica. En cualquier caso, es una historia apasionante sobre el nacimiento de la Barcelona moderna.

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Foto: Tejederas

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