Bajo una mirada tierna durante las jornadas de BCNegra la autora de esta novela nos explicaba la trama y como había llegado a ella, siendo una escritora primeriza.
“El primer verano tras el fin de la guerra lo pasé con unos parientes lejanos, en el campo”. Y aquí termina la parte apacible.
Aún hoy, el apartado caserón de los Danner en Tannöd se conoce como el caserón de la muerte. Un pueblo ficticio pero con una historia verdadera según explicaba la autora.
Los hechos:
En los años cincuenta una familia fue brutalmente asesinada en una noche de frío invierno, a golpe de pico. Las víctimas no eran precisamente personas de confianza y la apatía de sus vecinos no era manifiesta para un rencor tan severo. Ni los pequeños ni la criada se salvaron de la atroz maniobra alocada de un asesino sin rumbo ni beneficio.
Y eso, es lo que veremos e imaginaremos a lo largo de la trama de la novela; el día a día de sus habitantes, sus tareas y sus conflictos internos.
A pesar de que el caso quedó sin resolución, la narradora actúa como una tercera persona que observa el macabro escenario; y expone narrativamente los hechos en una certera y densa narrativa que nos va estremeciendo poco a poco. Aquí no existen las fuerzas del orden, solo la imaginación de una crudeza sobrecogedora.
¿Quién pudo cometer los asesinatos?. Teorías las que se quieran, pero la espesura negrura que envuelve la obra es lo que nos importa.
En esta su primera novela la autora dejó sin aliento a más de 500000 personas, siendo breve, pero precisamente salvaje en su escritura.
“En ti Señor, he esperado no quede avergonzado jamás”.
Por José Andrés Espelt
“El primer verano tras el fin de la guerra lo pasé con unos parientes lejanos, en el campo”. Y aquí termina la parte apacible.
Aún hoy, el apartado caserón de los Danner en Tannöd se conoce como el caserón de la muerte. Un pueblo ficticio pero con una historia verdadera según explicaba la autora.
Los hechos:
En los años cincuenta una familia fue brutalmente asesinada en una noche de frío invierno, a golpe de pico. Las víctimas no eran precisamente personas de confianza y la apatía de sus vecinos no era manifiesta para un rencor tan severo. Ni los pequeños ni la criada se salvaron de la atroz maniobra alocada de un asesino sin rumbo ni beneficio.
Y eso, es lo que veremos e imaginaremos a lo largo de la trama de la novela; el día a día de sus habitantes, sus tareas y sus conflictos internos.
A pesar de que el caso quedó sin resolución, la narradora actúa como una tercera persona que observa el macabro escenario; y expone narrativamente los hechos en una certera y densa narrativa que nos va estremeciendo poco a poco. Aquí no existen las fuerzas del orden, solo la imaginación de una crudeza sobrecogedora.
¿Quién pudo cometer los asesinatos?. Teorías las que se quieran, pero la espesura negrura que envuelve la obra es lo que nos importa.
En esta su primera novela la autora dejó sin aliento a más de 500000 personas, siendo breve, pero precisamente salvaje en su escritura.
“En ti Señor, he esperado no quede avergonzado jamás”.
Por José Andrés Espelt
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