07 abril 2008

Avaricia de Frank Norris


Según cuentan posiblemente esta novela marcó a la generación de escritores norteamericanos de primera mitad del siglo XX.
Básicamente, en lo que se refiere al estilo narrativo costumbrista, que evoca su autor en esta su primera obra, cuyo título original es McTeague.
¿Pero quién es McTeague?
Una persona normal, de aspecto segundón tirando a perdedor, dócil; que ha aprendido de la vida a base de mucho trabajo. Pero, llega un momento que nuestro personaje explota y por circunstancias familiares para el género humano, lo convierte en una bestia. La causa es la avaricia de su esposa. Y es que esta palabra define la novela completamente, es la culpable del cambio de actitud de McTeague y demás personas que lo rodean.
El autor nos quiere mostrar el lado oscuro de un hombre, y aquí añade un papel privilegiado al mal de todos los males, el oro. Gracias al poder del mismo, se crea el desengaño, la desconfianza y como no la terrible AVARICIA.
El ojo avizor del narrador retrata la vida de San Francisco de finales del siglo XIX, actúa de cámara que observa y relata.
McTeague es un dentista formado desde pequeño, gracias a un buen hombre que le enseño su oficio, y que le acompañaba de pueblo en pueblo. Al hacerse mayor se instala en San Francisco y debido a su bondad goza de buena fama.
Pero, un día gracias a su amigo Shooler, conoce a Trina; de la que se enamora locamente. Debido a un boleto que le vende McTeague ella gana 5000 dólares en la lotería.
En principio, lo que tendría que ser una alegría, se convierte en tristeza; y es que ella se aferra al dinero por encima de todo, y se transforma en una tacaña peligrosa.
Su amigo, bajo la influencia de los celos, ya que McTeague se casa finalmente con la chica, denuncia al que era su amigo, por ejercer su oficio sin diploma al no cursar los estudios pertinentes. Esto provoca una caída impresionante en su manera de ser, ya que las instituciones ordenan cerrar su consulta.
Recurre a Trina, para a provechar esos 5000 dólares, pero se agarra de tal manera que es capaz de morir por el dinero.
El final nos deparará una fotografía implacable y bien lograda por el autor.
Añadiremos que Frank Norris nos dibuja, una ciudad repleta de oro por todas partes, en importancia, en expresiones, en actitudes; hasta los secundarios se pirran por el preciado metal , aunque sea a veces en la imaginación, y son capaces de cometer cualquier fechoría.


Por José Andrés Espelt

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