Eduardo Mendoza se ríe de 'El código Da Vinci'
El escritor barcelonés ironiza en 'El asombroso viaje de Pomponio Flato' sobre las novelas pseudohistóricas o la especulación inmobiliaria
El escritor barcelonés ironiza en 'El asombroso viaje de Pomponio Flato' sobre las novelas pseudohistóricas o la especulación inmobiliaria
Bajo las columnas del templo de Augusto, en el punto más alto y con más corrientes de aire de la Barcino romana, ha presentado hoy el escritor Eduardo Mendoza El asombroso viaje de Pomponio Flato (Seix Barral), una obra que le sirve para burlarse de la preeminencia actual de las novelas de intriga con tintes históricos.
Mendoza ha vuelto a hacer gala de su cálido sentido del humor para señalar que con esta narración de crímenes ambientada en la Galilea de la época de Augusto y Herodes ha querido bromear con la moda iniciada hace unos años por El código Da Vinci, de Dan Brown, en la que, a su juicio, se mezcla "misticismo, religión y Carla Bruni".
En El asombroso viaje de Pomponio Flato, el romano Pomponio Flato, a la búsqueda de la fuente de las aguas de la sabiduría, se ve inmerso, muy a su pesar, en la resolución de un crimen ocurrido en Nazaret, del que resulta culpable el carpintero José, esposo de María y padre de Jesús, un niño "de corta edad, rubicundo, mofletudo, con ojos claros, pelo rubio ensortijado y orejas de soplillo".
Si Cervantes en su tiempo fue el gran dinamitador de las novelas de caballería, aunque las conociera muy bien, Mendoza no esconde que ha leído algunas de las novelas comerciales que parodia. "Hago zaping literario -ha subrayado- porque me gusta saber lo que ocurre. Pero no tengo ningún perjuicio ni escrúpulo en dejar una novela a medias o en mirar su final cuando estoy al principio".
Ironía sobre el 'caganer'
El autor barcelonés ha subrayado que no le molesta tanto la novela denominada de consumo, "que es muy legítima, sino la repetición continua de modelos que han funcionado una vez y que luego se repiten otras mil". Por eso, en su última novela -de la que ya se han editado 100.000 ejemplares y ha sido una de las más vendidas de la última semana-, se ha propuesto hacer una obra "no muy seria, de entretenimiento, que llevara implícita ciertas dosis de inteligencia".
Nada escapa de la mirada de este patricio escritor, y en las páginas de este divertimento hay desde referencias a la especulación inmobiliaria a la figura del caganer del pesebre, muy típica de Cataluña, y que cree, sin ironía, "con la decadencia de Santa Claus" se acabará implantando en todo el mundo.
Aficionado a los historiadores griegos y romanos desde siempre porque le producen placer, el escritor reconoce que ha tenido que documentarse muy poco, aunque, como advierte en la nota final del libro, buena parte de los hechos que se mencionan en la obra provienen de escritos o tradiciones antiguas.
Mendoza asegura que no sabe cómo se tomarán los creyentes esta humorística novela. "Si yo fuera creyente -ha proseguido- me lo tomaría como una broma. Como esos chistes que corren de gallegos, catalanes o judíos".
Aficionado a los historiadores griegos y romanos desde siempre porque le producen placer, el escritor reconoce que ha tenido que documentarse muy poco, aunque, como advierte en la nota final del libro, buena parte de los hechos que se mencionan en la obra provienen de escritos o tradiciones antiguas.
Mendoza asegura que no sabe cómo se tomarán los creyentes esta humorística novela. "Si yo fuera creyente -ha proseguido- me lo tomaría como una broma. Como esos chistes que corren de gallegos, catalanes o judíos".
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