07 julio 2010

80 años sin Arthur Conan Doyle


Hoy se cumple el 80 aniversario de la muerte de sir Arthur Conan Doyle, uno de los más destacados escritores británicos de la época victoriana y célebre autor de las novelas y relatos de Sherlock Holmes

Nació Arthur Conan Doyle un 22 de mayo de 1859 en Edimburgo (Escocia). Creció en el seno de una férrea familia católica. Por aquellos años destaca la educación que recibió por parte de su madre, Mary Doyle, una mujer que le influyó decisivamente durante toda su vida y que le transmitió su pasión por el arte.


Posteriormente comenzó sus estudios de medicina en la Universidad de Edimburgo, en donde también conoció a grandes autores con los que mantendría una amistad posterior, como Robert Louis Stevenson o James Mathew Barrie. En esta época recibió también clases del profesor Joseph Bell, una eminencia que le enseñó la importancia de la observación, la lógica y la deducción. Fue éste el que le inspiró posteriormente para desarrollar la personalidad de su personaje más universal, Sherlock Holmes.
Su condición de aventurero lo hizo enrolarse en el «Hope», un barco con el que llegó hasta el Círculo Polar Ártico. Tras esta experiencia fascinante regresó a sus estudios en 1880 y se enroló posteriormente en una embarcación que iba a África, pero este continente no le fascinó tanto y decidió volver a Inglaterra. Tras sus estudios de medicina en la Universidad de Edimburgo, en el año 1882 estableció una consulta en Southsea. Allí conoció a su primera mujer, Louisa Hawkins, con quien tuvo dos hijos.


Ingresos adicionales


Como los beneficios de este joven médico especialista en Oftalmología no eran suficientes, Conan Doyle decidió ganar unos ingresos adicionales a través de la literatura. Inspirado en sus propias experiencias vitales -bajo el recuerdo de su admirado profesor Bell- y con la lección aprendida de los relatos detectivescos de Edgar Allan Poe, publicó en el año 1887 su primera novela «Estudio en escarlata», en donde narraba la aventura inicial de Sherlock Holmes y de su inseparable Henry Watson. A partir de esa época, y dado el enorme éxito de sus historias entre la sociedad victoriana, continuó publicando para el Strand Magazine otras historias de Holmes: la novela «El signo de los cuatro» (1890), y los relatos «Las aventuras de Sherlock Holmes» (1891-1892) y «Las memorias de Sherlock Holmes» (1892-1893)». Cuando en diciembre de 1893 escribió «El problema final», Conan Doyle «asesinó» a su más célebre personaje pues estaba cansado de la popularidad de su detective y deseaba apostar por un tipo de literatura más «culta».


Fue tal el escándalo que se produjo en el seno de la sociedad británica que el escritor escocés recibió cientos de cartas de protesta, no habiendo hecho caso a los consejos de su madre, quien le advirtió de las graves consecuencias que esto tendría. Dada la presión del público, Conan Doyle tuvo que escribir «El sabueso de los Baskerville» (1901-1902), para posteriormente resucitar a Holmes en «El regreso de Sherlock Holmes» (1903-1904).


Además de su célebre personaje, Conan Doyle creó otra saga, la del profesor Challenger, protagonista de cinco novelas de ciencia ficción. También cultivó la novela histórica, destacando obras como «La compañía blanca» (1891) o «El brigadier Gerard» (1903). Su defensa por la causa patriótica en la guerra de los Bóers, en Suráfrica, hizo que en 1902 fuera nombrado Caballero del Imperio Británico en 1902. Falleció de un ataque al corazón el 7 de julio de 1930 a la edad de 71 años.


Curiosidades sobre Conan Doyle


En ninguna de las aventuras de Sherlock Holmes Conan Doyle llegó a escribir la famosa frase «elemental, querido Watson», que posteriormente popularizara el cine y la literatura. Conan Doyle fue igualmente un amante de las ciencias ocultas. Desde el año 1893 se convirtió en un adepto del espiritismo, adhiriéndose por aquella época a la Sociedad para la Investigación Psíquica, donde militaba Lord Balfour, futuro primer ministro de Reino Unido.


En 1920 conoció al célebre ilusionista Harry Houdini, invitándole a asistir a una sesión de espiritismo para que el ilusionista se pusiera en contacto con su madre difunta. Houdini no creyó en el poder del espiritismo. También por aquella época defendió la existencia de las hadas y los gnomos. No en vano dio como verdaderas cinco fotografías tomadas en 1917 en donde aparecían dos niñas de Cottingley (Yorkshire) acompañadas por varias hadas y hasta un gnomo. Dichas fotografías, tomadas por una cámara Kodak, estaban completamente trucadas, pero el autor de "El mundo perdido" nunca quiso reconocer la evidencia de este fraude.

Por Andrés González Barba


http://www.abc.es/20100707/cultura-libros/arthur-conan-doyle-201007071024.html

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