En sandalias, pescador y pulóver, desenfadado y risueño asistió el pasado miércoles Ronaldo Menéndez Plasencia al Centro Cultural Habana invitado por el escritor Sergio Cevedo donde imparte su taller de narrativa. Aprovechando su reciente visita a Cuba, Cevedo compartió con sus alumnos la amistad que lo une a Ronaldo a quien considera “el narrador joven cubano más exitoso en el extranjero”.
Ronaldo Menéndez Plasencia (La Habana, 1970), Premio David a los 20 años con el libro de cuentos Alguien se va lamiendo todo (en coautoría con Ricardo Arrieta), Premio Casa de las Américas con 27 años por El derecho al pataleo de los ahorcados, ha merecido en dos ocasiones el premio Lengua de Trapo. En 1999 por la novela La piel de Inesa y en el 2002 por el libro de cuentos De modo que esto es la muerte. En el 2006 publicó Las bestias, primera novela que inicia una trilogía a la que sigue Río Quibú, en circulación “hace tres semanas”, y de la cual leyó el capítulo 8.
La sexualidad de mi madre
Este capítulo es el primer momento en que el lector se pone en contacto con la sexualidad de uno sus protagonista que aparece muerto en el capítulo 2, una mujer asesinada en las orillas del Río Quibú”. “No es una novela policíaca, no es una novela negra”, advirtió Ronaldo antes de comenzar a leer, “aunque tiene algunos elementos del género.”
Aunque la historia está “predominantemente contada por su hijo de 14 años, quien sueña con la sexualidad de su madre”, Ronaldo comentó que en la novela se alternan varios narradores. “Desde el primer momento estos sueños están narrados de manera tal que el lector no debe dudar de que es real”.
“Es una novela que incorpora varios registros. No creo que deba leerse en clave realista”, alertó Ronaldo para luego confesar que en algún momento decidió titularla La sexualidad de mi madre, “pero no me convenció el título”, declaró.
Luego de leer el capítulo, Ronaldo invitó al diálogo para responder a preguntas como las posibilidades reales que puede tener un escritor en ciernes de acceder a las editoriales más allá de las fronteras nacionales, el funcionamiento de los concursos fuera de Cuba, cómo está estructurado el mercado editorial, si podía vivir de la literatura o el rostro de la literatura joven cubana en España.
La ilusión de la utopía
Sin taparse la boca, Ronaldo opinó que no había que dejarse hundir por la ingenuidad de pretender creerse que las grandes editoriales van a leer los manuscritos que les envían y puso de ejemplo que a Planeta o Alfaguara les llegan cada mes cerca de 500 libros “filtrados a través de agencias literarias, recomendaciones de amigos, como ocurre en todas partes. No hay que ser iluso. Es muy difícil para un escritor latinoamericano entrar a estas grandes editoriales de la nada, porque no leen manuscritos”.
“En España no es fácil publicar ni para los españoles”, continuó, “nadie está seguro con su casa editorial. Es un mercado de compra y venta. Existen autores que siguen publicando aunque no vendan mucho. Yo no vendo mucho y ya he publicado cinco libros en España. Me siguen teniendo porque piensan que en algún momento puedo representar algo significativo para la editorial Lengua de Trapo. Hay editoriales que conservan esto: seguir comprándote los derechos de autor, y continúan publicándote porque son editoriales que no buscan el lucro, o sea, publican al año uno o dos libros con grandes índices de ventas que ingresan millones a la editorial y después esos libros sirven para subvencionar a un montón de autores que venden por debajo de los 3 mil ejemplares y de ahí van recuperándose.”
“Los concursos son una vía buena para publicar”, destacó, “pero en España la inmensa mayoría de los certámenes son espacios que están resueltos antes de darse los premios. Hay acuerdos entre las casas editoriales, los que financian los premios y los agentes literarios, incluso para premiar a desconocidos. Cuando uno se entera de que el premio Alfaguara o Planeta lo ganó alguien que no se conoce, ese año hacía falta higienizar el Premio. Se ponen en contacto con alguna agencia literaria y preguntan a quién tienen en Chile que no lo conozca ni el gato, sea homosexual y tenga un lunar en la frente. Entonces lo contacta la agencia. Claro, son manuscritos ya filtrados, con cierta calidad literaria.”
El lector existe
“Cuba es un país con una situación muy peculiar respecto a todo y la literatura no es una excepción”, explicó Ronaldo, “Cuba está fuera de los círculos de comercialización y promoción de la literatura de habla hispana. Una de las cosas que he aprendido fuera de Cuba es la percepción del lector. No estoy aquí para criticar nada, tampoco soy quien para hacerlo, pero algo que se ha perdido por momentos aquí es saber que del otro lado del texto hay alguien que debe leerlo. A lo mejor no son 4 mil o 5 mil lectores, a los mejor son 500 o 300, pero hay personas que deben leer el texto. Una de las cosas que suelen tener claro la gente de este circuito del mercado es que el lector existe, y que la gente lo que quiere es que le cuenten una historia. En mi caso específico tengo claro que debo contársela. No puedo montarme una masturbación literaria, desajustada, un puzzle, un rompecabezas para experimentar.”
“Hay mucho talento, no hay dudas”, siguió, “pero ha hecho mucho daño el aislamiento, esto de estar hacia adentro mirándose el ombligo, generando toda una serie de mitos raros como que la mejor literatura latinoamericana se hace aquí, por ejemplo. El tema social tiene a la gente machacada, mucho de los textos están en función de dialogar con temas muy locales y otros están centrados en una búsqueda experimental que son un callejón sin salida, asumiendo tendencias planteadas hace ya tantos años. Y esto ha hecho mucho daño. Tengo una visión panorámica y desde luego veo propuestas maravillosas, excelentes, perdurables, y veo gente ahogadas en unas circunstancias determinadas, que le hace falta oxigenar un poco esa concepción de la literatura. La literatura no es lo que pasa todos los días necesariamente ?aunque lo cuentes? es también mucho más. Yo creo que se trata de percibir al lector como el otro eje de la comunicación. Por ello veo muchos puntos falibles en la literatura cubana. No creo que se haga la mejor literatura del continente en Cuba ni mucho menos. Además, es muy difícil, creo que imposible, decir en qué lugar se está haciendo la mejor literatura. Tampoco creo que en España solo se escriba basura como se piensa en Cuba, lo que pasa es aquí hay mucha desinformación, se conoce a cuatro escritores comerciales, pero se ignora mucho la literatura española escrita por autores entre 20 y 35 años y que es realmente valiosa.”
“La literatura cubana que se conoce fuera de Cuba me parece en términos generales muy marcada por ciertos tópicos del mercado. No voy a citar nombres aquí, no me interesa más allá de Zoe Valdés que todo el mundo la menciona como el paradigma del desastre prostituido. Más allá de eso no voy a citar a escritores de mi generación que muchos son mis amigas y mis amigos. Sí creo que el lector europeo ve ciertos elementos, dos mulatas, tres culos, y dice: ‘mira que literatura más interesante, que bien, como es capaz de denunciar ciertas cosas’, y se convierten estos libros en ciertos fenómenos que durarán unos meses, un año. En ese sentido el panorama no es muy halagüeño, y por eso creo que la mejor literatura no se está conociendo en Europa. Hay autores, como Jorge Luis Arzola para citar uno, que vive en Alemania y ha publicado un libro en España en una editorial pequeña y ha pasado desapercibido.”
Vivir de la literatura
“No vivo de los derechos de autor, sí de la literatura”, precisó Ronaldo. “Cobro el 10% de los derechos de autor por el precio de tapa del libro. Si lo único que fuera hacer es quedarme en casa esperando cada año las liquidaciones de mis libros no podría vivir, juntando ese dinero, ni tres meses entre el pago del alquiler del apartamento y los demás gastos. Así, no puedo vivir de los derechos de autor, pero sí de una serie de alternativas asociadas a la literatura. Cuando estás insertado en el circuito editorial hay muchas instituciones, a decir verdad, muchísimas, que te invitan todo el tiempo a dar conferencias, charlas, lecturas, y estas acciones son muy bien pagadas. Otra manera de sobrevivir un escritor que está publicando con regularidad, aunque no venda muchos libros, es colaborar en periódico. Un artículo que escribes en dos horas, puede significar en un periódico como El País el salario de un mes de una persona.”
La memoria no es un registro fijo
El Establo, grupo literario formado en el año 1987 y se disolviera en 1988, generó una especie de «poética del escándalo» “que atrapara al lector y lo sedujera o molestara” al decir del escritor Amir Valle. Estuvo integrado por Ricardo Arrieta, Jose Miguel Sánchez (Yoss), Karla Suárez, Sergio Cevedo, Ena Lucía Portela, Ronaldo Menéndez, Verónica Pérez Kónica y Raúl Aguiar. Luego se integraron otros.
“Del establo me queda una de las épocas más felices de mi vida, fue una versión happy-tropical-idealista cuando creíamos que vendría una perestroika, que las cosas iban a mejorar de un año para otro, creíamos que la literatura servía para cambiar la sociedad, y todas esas ideas raras. Vivir esas ideas es bonito. La memoria no es un registro fijo, es una interpretación del pasado que tiene mucho que ver con el presente. Uno interpreta lo que pasó según como vives, y miro esa época con mucho romanticismo porque vivo en la selva. Es muy duro el mercado español, es muy dura la competencia. Entonces miro esa época con cierto romanticismo cuando vivíamos como un circuito cerrado, utópico. Sí, lo que me queda del Establo es lo mejor: los amigos.”
Fuente: Cubaliteraria
http://www.cubarte.cult.cu/
Ronaldo Menéndez Plasencia (La Habana, 1970), Premio David a los 20 años con el libro de cuentos Alguien se va lamiendo todo (en coautoría con Ricardo Arrieta), Premio Casa de las Américas con 27 años por El derecho al pataleo de los ahorcados, ha merecido en dos ocasiones el premio Lengua de Trapo. En 1999 por la novela La piel de Inesa y en el 2002 por el libro de cuentos De modo que esto es la muerte. En el 2006 publicó Las bestias, primera novela que inicia una trilogía a la que sigue Río Quibú, en circulación “hace tres semanas”, y de la cual leyó el capítulo 8.
La sexualidad de mi madre
Este capítulo es el primer momento en que el lector se pone en contacto con la sexualidad de uno sus protagonista que aparece muerto en el capítulo 2, una mujer asesinada en las orillas del Río Quibú”. “No es una novela policíaca, no es una novela negra”, advirtió Ronaldo antes de comenzar a leer, “aunque tiene algunos elementos del género.”
Aunque la historia está “predominantemente contada por su hijo de 14 años, quien sueña con la sexualidad de su madre”, Ronaldo comentó que en la novela se alternan varios narradores. “Desde el primer momento estos sueños están narrados de manera tal que el lector no debe dudar de que es real”.
“Es una novela que incorpora varios registros. No creo que deba leerse en clave realista”, alertó Ronaldo para luego confesar que en algún momento decidió titularla La sexualidad de mi madre, “pero no me convenció el título”, declaró.
Luego de leer el capítulo, Ronaldo invitó al diálogo para responder a preguntas como las posibilidades reales que puede tener un escritor en ciernes de acceder a las editoriales más allá de las fronteras nacionales, el funcionamiento de los concursos fuera de Cuba, cómo está estructurado el mercado editorial, si podía vivir de la literatura o el rostro de la literatura joven cubana en España.
La ilusión de la utopía
Sin taparse la boca, Ronaldo opinó que no había que dejarse hundir por la ingenuidad de pretender creerse que las grandes editoriales van a leer los manuscritos que les envían y puso de ejemplo que a Planeta o Alfaguara les llegan cada mes cerca de 500 libros “filtrados a través de agencias literarias, recomendaciones de amigos, como ocurre en todas partes. No hay que ser iluso. Es muy difícil para un escritor latinoamericano entrar a estas grandes editoriales de la nada, porque no leen manuscritos”.
“En España no es fácil publicar ni para los españoles”, continuó, “nadie está seguro con su casa editorial. Es un mercado de compra y venta. Existen autores que siguen publicando aunque no vendan mucho. Yo no vendo mucho y ya he publicado cinco libros en España. Me siguen teniendo porque piensan que en algún momento puedo representar algo significativo para la editorial Lengua de Trapo. Hay editoriales que conservan esto: seguir comprándote los derechos de autor, y continúan publicándote porque son editoriales que no buscan el lucro, o sea, publican al año uno o dos libros con grandes índices de ventas que ingresan millones a la editorial y después esos libros sirven para subvencionar a un montón de autores que venden por debajo de los 3 mil ejemplares y de ahí van recuperándose.”
“Los concursos son una vía buena para publicar”, destacó, “pero en España la inmensa mayoría de los certámenes son espacios que están resueltos antes de darse los premios. Hay acuerdos entre las casas editoriales, los que financian los premios y los agentes literarios, incluso para premiar a desconocidos. Cuando uno se entera de que el premio Alfaguara o Planeta lo ganó alguien que no se conoce, ese año hacía falta higienizar el Premio. Se ponen en contacto con alguna agencia literaria y preguntan a quién tienen en Chile que no lo conozca ni el gato, sea homosexual y tenga un lunar en la frente. Entonces lo contacta la agencia. Claro, son manuscritos ya filtrados, con cierta calidad literaria.”
El lector existe
“Cuba es un país con una situación muy peculiar respecto a todo y la literatura no es una excepción”, explicó Ronaldo, “Cuba está fuera de los círculos de comercialización y promoción de la literatura de habla hispana. Una de las cosas que he aprendido fuera de Cuba es la percepción del lector. No estoy aquí para criticar nada, tampoco soy quien para hacerlo, pero algo que se ha perdido por momentos aquí es saber que del otro lado del texto hay alguien que debe leerlo. A lo mejor no son 4 mil o 5 mil lectores, a los mejor son 500 o 300, pero hay personas que deben leer el texto. Una de las cosas que suelen tener claro la gente de este circuito del mercado es que el lector existe, y que la gente lo que quiere es que le cuenten una historia. En mi caso específico tengo claro que debo contársela. No puedo montarme una masturbación literaria, desajustada, un puzzle, un rompecabezas para experimentar.”
“Hay mucho talento, no hay dudas”, siguió, “pero ha hecho mucho daño el aislamiento, esto de estar hacia adentro mirándose el ombligo, generando toda una serie de mitos raros como que la mejor literatura latinoamericana se hace aquí, por ejemplo. El tema social tiene a la gente machacada, mucho de los textos están en función de dialogar con temas muy locales y otros están centrados en una búsqueda experimental que son un callejón sin salida, asumiendo tendencias planteadas hace ya tantos años. Y esto ha hecho mucho daño. Tengo una visión panorámica y desde luego veo propuestas maravillosas, excelentes, perdurables, y veo gente ahogadas en unas circunstancias determinadas, que le hace falta oxigenar un poco esa concepción de la literatura. La literatura no es lo que pasa todos los días necesariamente ?aunque lo cuentes? es también mucho más. Yo creo que se trata de percibir al lector como el otro eje de la comunicación. Por ello veo muchos puntos falibles en la literatura cubana. No creo que se haga la mejor literatura del continente en Cuba ni mucho menos. Además, es muy difícil, creo que imposible, decir en qué lugar se está haciendo la mejor literatura. Tampoco creo que en España solo se escriba basura como se piensa en Cuba, lo que pasa es aquí hay mucha desinformación, se conoce a cuatro escritores comerciales, pero se ignora mucho la literatura española escrita por autores entre 20 y 35 años y que es realmente valiosa.”
“La literatura cubana que se conoce fuera de Cuba me parece en términos generales muy marcada por ciertos tópicos del mercado. No voy a citar nombres aquí, no me interesa más allá de Zoe Valdés que todo el mundo la menciona como el paradigma del desastre prostituido. Más allá de eso no voy a citar a escritores de mi generación que muchos son mis amigas y mis amigos. Sí creo que el lector europeo ve ciertos elementos, dos mulatas, tres culos, y dice: ‘mira que literatura más interesante, que bien, como es capaz de denunciar ciertas cosas’, y se convierten estos libros en ciertos fenómenos que durarán unos meses, un año. En ese sentido el panorama no es muy halagüeño, y por eso creo que la mejor literatura no se está conociendo en Europa. Hay autores, como Jorge Luis Arzola para citar uno, que vive en Alemania y ha publicado un libro en España en una editorial pequeña y ha pasado desapercibido.”
Vivir de la literatura
“No vivo de los derechos de autor, sí de la literatura”, precisó Ronaldo. “Cobro el 10% de los derechos de autor por el precio de tapa del libro. Si lo único que fuera hacer es quedarme en casa esperando cada año las liquidaciones de mis libros no podría vivir, juntando ese dinero, ni tres meses entre el pago del alquiler del apartamento y los demás gastos. Así, no puedo vivir de los derechos de autor, pero sí de una serie de alternativas asociadas a la literatura. Cuando estás insertado en el circuito editorial hay muchas instituciones, a decir verdad, muchísimas, que te invitan todo el tiempo a dar conferencias, charlas, lecturas, y estas acciones son muy bien pagadas. Otra manera de sobrevivir un escritor que está publicando con regularidad, aunque no venda muchos libros, es colaborar en periódico. Un artículo que escribes en dos horas, puede significar en un periódico como El País el salario de un mes de una persona.”
La memoria no es un registro fijo
El Establo, grupo literario formado en el año 1987 y se disolviera en 1988, generó una especie de «poética del escándalo» “que atrapara al lector y lo sedujera o molestara” al decir del escritor Amir Valle. Estuvo integrado por Ricardo Arrieta, Jose Miguel Sánchez (Yoss), Karla Suárez, Sergio Cevedo, Ena Lucía Portela, Ronaldo Menéndez, Verónica Pérez Kónica y Raúl Aguiar. Luego se integraron otros.
“Del establo me queda una de las épocas más felices de mi vida, fue una versión happy-tropical-idealista cuando creíamos que vendría una perestroika, que las cosas iban a mejorar de un año para otro, creíamos que la literatura servía para cambiar la sociedad, y todas esas ideas raras. Vivir esas ideas es bonito. La memoria no es un registro fijo, es una interpretación del pasado que tiene mucho que ver con el presente. Uno interpreta lo que pasó según como vives, y miro esa época con mucho romanticismo porque vivo en la selva. Es muy duro el mercado español, es muy dura la competencia. Entonces miro esa época con cierto romanticismo cuando vivíamos como un circuito cerrado, utópico. Sí, lo que me queda del Establo es lo mejor: los amigos.”
Fuente: Cubaliteraria
http://www.cubarte.cult.cu/
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