12 abril 2009

Negra y Criminal, más que una librería


Estos días de descanso bien merecidos, recuperamos un artículo de Juan Bas que apareció en El Correo Digital.


El pasado verano, en la isla de Lanzarote, tomaba tranquilamente un trago en la terraza de un bar y leía el periódico. Me fijé en que, desde una mesa cercana, una mujer de raza negra me miraba con mala cara. Pensé que quizá no le gustaba la mía o que tal vez era su expresión habitual frente al mundo. Seguí con mi periódico, pero claro, la curiosidad puede, y de vez en cuando la observaba con fugacidad para comprobar si persistía su mirada hostil hacia mí. Así era. Al ver que me había percatado de su gesto, puso uno de mayor desagrado y volvió la cabeza para evitar el cruce visual. Me distraje de la mujer unos minutos y de repente me la encontré de pie, delante de mi mesa. Se limitó a decirme, muy enfadada, que le parecía increíble. Y que yo era un machista, un racista y un imbécil. Acto seguido, sin dar opción a quejarme de que no entendía nada, se fue con andares airados. Me quedé perplejo. El camarero, un avispado argentino con el que había hablado alguna otra vez, había presenciado la escena y se partía de risa. Ante la cara de estupor del que suscribe, señaló mi camiseta. Era una camiseta negra en la que pone con letras blancas mayúsculas: negra y criminal.

Esa camiseta la tenemos todos los escritores que vamos a la Semana Negra de Gijón, y mucha más gente. Negra y criminal, naturalmente, no es un insulto racista e incriminatorio, sino que hace referencia a eso, al género literario negro. Y es que Negra y Criminal es una librería de Barcelona, una estupenda librería. La única en España absolutamente especializada en género negro -ahora también con sección de DVD con una cuidada selección de cine negro-. Una heroicidad cuyos culpables son mis queridos amigos Montse Clavé y Paco Camarasa, dos encantadores y eficientes francotiradores por libre que regentan la librería con amabilidad y sabiduría, ya que son dos auténticas enciclopedias vivientes de todo lo publicado de género negro o criminal. Todo aficionado al género no puede pasar por alto una visita a esta librería, que está en la Barceloneta, en una de las calles pequeñas, llenas de bares de tapas y restaurantes de pescado y marisco, que han sobrevivido a la remodelación olímpica del barrio: la calle de La Sal. Muy propio. Y si no van a ir a Barcelona, pueden entrar en Negra y Criminal y comprar lo que quieran -también la camiseta- a través de su estupenda y completa página web: www.negraycriminal.com/

Hoy en día, en que tanta novela descafeinada en todos los sentidos se publica, rompo una lanza por unos románticos contracorriente como Montse y Paco, que reivindican un género que siempre ha sido y es molesto para los reaccionarios y meapilas, crítico política y socialmente, progresista y de izquierdas, ácido, virulento, escéptico y apasionante.

Ross MacDonald, uno de los grandes del género, daba esta magistral lección de economía de medios y fuerza descriptiva -cito de memoria-: «El hombre cambió de expresión con la velocidad con que una mano se transforma en un puño». Pues eso: en las abigarradas estanterías de Negra y Criminal encontrarán novelas broncas y contundentes como un buen puñetazo. 'Lluvia de níquel' de José Luis Muñoz, o la recién publicada 'El aniversario de la independencia' de José Javier Abasolo, o 'Maderos' de Ken Bruen, o 'La Mara' de Rafael Ramírez Heredia, o 'Impunidad' de Andreu Martín -que publica ahora 'Piel de policía', coescrita con Carles Quílez, otro buen pájaro- y Verónica Vila-San-Juan, o 'Penúltimo nombre de guerra' de Raúl Argemí, o 'Todo lo que muere' de John Connolly, o 'Retornamos como sombras' de Paco Ignacio Taibo II, por citar algunas gozosas y recomendables lecturas.

En una novela negra no encontrarán códigos secretos ni catedrales en construcción, lo más cercano a los templarios es 'El halcón maltés' y una Biblia puede servir como mucho para esconder una automática del 22. Pero, en cambio, podrán disfrutar de personajes tan cercanos a nuestra realidad social como el senador Jack T. Warder -de la magnífica novela 'La madriguera', de Ross Thomas-, conocido por su electorado como 'Our' Jack, que expresa a la perfección el desenfado ante el pillaje y la prevaricación cuando comparece en rueda de prensa tras sentarse en el banquillo por corrupción.

Dice: «Qué diablos, muchachos, no robé ni la mitad de lo que hubiera podido».

Aunque, bien pensado, me parece que aquí nadie se habría conformado con la mitad del botín.


Juan Bas 14/7/06



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