09 octubre 2009

Ciudad Condal... o Ciudad Criminal


SERGI DORIA BARCELONA


¿Ciudad Condal o Ciudad Criminal? La urbe alegre y confiada del «Visc a Barcelona» esconde topografías asesinas. La última hornada de editores y escritores traza el mapa de la Ciudad Criminal frente a la aséptica y buenista BCN de diseño. Se trata de que Barcelona se «normalice», como otras ciudades del mundo, en el apartado más sombrío de su vida social. No todo van a ser turistas sonrientes fotografiando un skyline bajo cuya sombra palpitan monstruos.
Después de «Odio Barcelona» (Melusina, 2008), Ana S. Pareja y Jordi Corominas releen los renglones torcidos de la crónica ciudadana en «Matar en Barcelona», antología de relatos para Alpha Decay con el crimen como eje central.
Relatos firmados por nuevas voces que aportan perspectivas y matices diferenciados de los cánones del género. Los editores querían poner a prueba la capacidad «criminal» de unos escritores quenunca se habían planteado esa posibilidad. Los «matadores» de BCN se presentan en dos grupos diferenciados.
Por un lado encontramos debutantes en las lides negras -el músico Antonio Luque, Darío Hernando o Mara Faye-; por otro, veteranos «negrocriminales» como Raúl Argemí y nombres consolidados: Javier Calvo, Sabino Méndez -autor de «Hotel tierra»-, el poeta Manuel Vilas y Francesc Serés, uno de los valores sólidos de la nueva narrativa catalana. .
Los editores pretendían «sacarlos de su línea de trabajo habitual y enfrentarlos al reto de componer un relato criminal» basado en sucesos sangrientos acaecidos en la Ciudad Criminal. En los victimarios, señala Corominas, «no encontramos ningún American Psycho, sino crímenes por amor o por dinero».


Lector detectivesco


Convenientemente camuflados por la imaginería literaria, será el lector quien, al modo del detective, averigüe qué sucesos inspiraron las doce narraciones. Algunos son fácilmente identificables, como la leyenda urbana del librero asesino del que se encarga Argemí; o Enriqueta Martí, la «vampira de la calle Ponent»; o el sadismo del secuestro y asesinato del empresario Bultó por terroristas independentistas recreado por Sebastià Jovani en «Lléveme a casa»; el crimen de Ricardito en los ambientes homosexuales de la Barcelona de la Exposición: un cadáver troceado enviado en una maleta a la estación de Atocha; o el asesinato del edificio Atalaya, más reciente. Sin olvidarnos del violador del Eixample o la asesina de ancianas.
No faltan las licencias poéticas: Manuel Vilas lleva a su asesino al Montevideo de 2037 con un aeropuerto de Barcelona bautizado como Pere Ginferrer. Javier Calvo monta su «Festival de las Luces» con magia, primitivismo y ambientes victorianos. Sabino Méndez envía a un punk a atracar una farmacia y Llucia Ramis reflexiona en «La vergüenza» sobre la incomodidad que producen las víctimas. En este caso, una amiga cuya madre fue asesinada.
Junto con «Odio barcelona», «Matar en Barcelona» quiere ser el segundo mojón de una trilogía que sitúe la Ciudad Condal en la senda maléfica del siglo XXI, despojándola de afeites buenistas y autocomplacencia.



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