Empleando un símil ya utilizado para otros fines, se podría decir que “El hombre de Montserrat”, del guatemalteco residente en Italia Dante Liano, es como una buena taza de café: negra, fuerte y caliente. Fuerte por el contenido y por lo concentrado de la trama, 120 páginas que rebosan de angustia y brutalidad, desgraciadamente una brutalidad real que esperamos ingenuamente sea algún día historia en tantos países del mundo. Caliente y sudorosa como la selva que deberá patrullar el protagonista a la caza de subversivos, como las calles aplastadas por el sol que el teniente Carlos García recorre subido a un Ford Galaxy comprado sin pagar impuestos. Y negra…
Lo de negra salta a la vista desde la primera página. El teniente Carlos García, ayudado por un equipo de asesores argentinos, chilenos y estadounidenses, es un burócrata aplicado a la localización de casas ocupadas por miembros de la guerrilla. Además, diariamente y como asunto estrictamente personal, comprueba si alguno de sus parientes ha sido incluido en los listados de los escuadrones de la muerte.
Una mañana, de camino al trabajo, descubre un cadáver junto a la carretera. Algo habitual, nada extraño en el lugar y época en que se desarrolla la novela. La cara le suena aunque no sabe de qué. Pero lo que no es normal es que, cuando trate de averiguar la identidad del muerto en los listados que diariamente elabora la policía, compruebe que nadie sabe nada de lo sucedido. De hecho, oficialmente nada ha sucedido.
A lo largo de la novela asistiremos a desproporcionados asaltos a refugios de guerrilleros, acciones del ejército transmitidas en directo por programas de televisión patrocinados por las grandes multinacionales de siempre, luchas de poder entre policía y ejército, patrullas de civiles que no dudan en eliminar a quien no vaya suficientemente acreditado, corrupción en cada oficina, tiroteos callejeros ante los que ya casi nadie se inmuta, masacres de indios a los que se acusa, sin pruebas, por supuesto, de colaboración con la guerrilla… Y, por si fuera poco, seguiremos la investigación del teniente García sobre unos hechos que afectan directamente a la familia de su mujer y que le pueden salir muy caros.
Todo ello en 120 páginas, lo que da idea de que el autor no da un respiro al lector, al que atrapa entre lo vigoroso de la trama y lo delicado del lenguaje, pues, aunque parezca increíble, es factible narrar tanta violencia con una sensibilidad que habitualmente asociamos a otros géneros literarios. Dante Liano, desde luego, lo ha conseguido.
Una estupenda novela corta, tal vez demasiado corta para tanto como debe contar. Pero ya se sabe que el buen café se toma en dosis que cabrían en tazas del tamaño de un dedal.
El Hombre de Montserrat
Dante Liano
Dante Liano
Roca Editorial 2005
120 Páginas
Por Ricardo Bosque
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