18 diciembre 2007

Las Ovejas de Glennkill de Leonie Swann


Actualmente, en el género policíaco, nos encontramos todo tipo de individuos y de cualquier nacionalidad que se dedican al viejo arte de adivinar quién le ha pegado la pedrada al vecino. En el caso lisérgico que nos ocupa, la investigadora principal y sus compañeros son animales –y no de manera metafórica, sino real- que muchas otras personas le han buscado utilidad cuando la soledad los ha atormentado. Hasta Woody Allen, en “Todo lo que quiso saber sobre el sexo”, en una de las tramas, presenta a un individuo desquiciado que compartía su vida privada con una oveja.

Y ya hemos dicho la palabra mágica, OVEJA. Nos encontramos ante una novela delirante en que unos seres lanudos de cuatro patas se dedican a realizar sus pesquisas para resolver la muerte de su estimado amo y señor, perdón, pastor.

La historia de estos animales ha venido precedida de un éxito sin precedentes en el panorama literario alemán en los últimos años. En este caso se podría pensar que el boca a oreja, ha sido de balido en balido, sarcásticamente y sin menospreciar al lector, entre los que me encuentro yo. Hablar de un resultado clarificador es un poco utópico, ya que la historia que nos relata la autora, difícilmente roza lo imaginable y sí la fantasía y después de leer las trescientas y pico de páginas, nos puede recordar los cuentos infantiles de animales, que los que somos padres en algún momento de nuestra vida hemos leído a nuestros hijos.


Pero vayamos al grano, y dejemos la vista personal.
En una colina irlandesa, uno de esos lugares de praderas verdes y cielos claros, un rebaño de ovejas observa cómo el cadáver de George Glenn, su pastor, yace estirado en la hierba con una pala clavada en su pecho. ¿Quién lo ha asesinado?¿Y por qué?

Los animales se reúnen y deciden que tienen que descubrir quién es el culpable del asesinato. Éstos han sido entrenados para ello, ya que una de las aficiones del pastor, la lectura, la compartía con sus ovejas. Cuando las noches lo permitían, cogía un libro y explicaba historias de hadas, románticas y novelas policíacas.

Para ellas, todos son sospechosos, fundamentalmente Ham, el carnicero, que siempre huele a muerte, y no es del agrado de ninguna.

Naturalmente, entre todas las ovejas destaca una por su inteligencia, Miss Maple (referencia a Miss Marple de la escritora inglesa Agatha Christie), quien dirigirá a todo el rebaño a indagar y, sobre todo, a observar el comportamiento humano.

Todo se alborota en Glenkill porque existe un testamento que decidirá quién se quedará con las posesiones del fallecido. Se descubrirán asuntos antiguos que quedaron zanjados por la vía rápida, y de cómo un simple pastor podía llevar una vida acomodada sin tener que vender la carne de su rebaño.
Y cómo no, dos puntos de interés, un personaje secundario y dos nombres. El primero, un carnero, Fosco, que participa en el concurso de la oveja más lista de Glenkill y dice, contundente, que “las demás participan, yo gano”. ¿Cuál es su secreto?
Fosco es un gran bebedor de cerveza Guinness y su espectáculo consiste en tomarla. Las otras ovejas le preguntan por qué quiere ganar. Y responde: Por la Guiness, claro está. ¿Es que no habéis oído que se puede ganar una Guinness? Y repetir el número en otros pubs, y beber más Guiness a cambio. Y naturalmente están las semanas de entrenamiento. Ah , todavía no he dicho que después de una Guiness vacía, no hay mejor cosa en el mundo que una Guinness llena.
En cuanto a los dos nombres que señalé anteriormente son el del jefe de policía del pueblo –Holmes- y el de un pueblo cercano a Glenkill, Watson, con los que se rinde tributo, sin lugar a dudas, a Conan Doyle.
Al concluir la novela, queda la sensación que, si es de noche y se sufre de insomnio, no es aconsejable contar ovejas, por si acaso uno no tiene la mente muy limpia.


Las Ovejas de Glennkill
Leonie Swann
Salamandra 2007


(Publicado en La Gangsterera)


Por José Andrés Espelt

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