Emilia descubre que Bellón se lo hace con su hermana, a cincuenta euros el revolcón. Por eso le echa de casa.
Nuestro hombre trabaja retorciendo el brazo a morosos. Un día entra en un chalet por una ventana… y contempla una escena que le hace desear que la ventana hubiera estado cerrada.
Da un pequeño golpe callejero. Pero el fulano que ha organizado el golpe está relacionado con lo que Bellón vio en aquel chalet.
Así que todo se complica un poco. Bellón se encuentra en medio de un fuego cruzado. Y se ha quedado sin pasta para un chaleco antibalas.
“No pasa nada, Mr. Ellroy: la mayoría de los escritores patrios de Novela Negra al leer a Ibáñez sienten unos deseos de encerrarse en casa y no salir.
Su lenguaje -personal, verosímil, intransferible- propicia que se te quede el polvo del arcén en la garganta. Que el sabor del licor te abrase el estómago. Que te queme el deseo. No sólo sabe construir un mundo sino que lo hace con palabras y escenarios, diálogos y renuncias que parecen no deber nada a nadie. En fin, eternos ingredientes, mezclados, servidos, jaleados y reventados por un tipo como Julián Ibáñez, escritor tremendo. Ellroy ha tenido suerte. El Tajo no pasa por Los Ángeles.” (Carlos Zanón. Periódico Avui)
"Ibáñez busca un camino propio con el que construir una metáfora de un universo de solitarios y perdedores…” (Luis Mota. La Novela Negra Española)
El viejo muere, la niña vive
Julián Ibáñez
Editorial Cuadernos del Laberinto 2014
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