03 junio 2009

Eugenio Fuentes, el investigador de biografías


Eugenio Fuentes se ha convertido en una de las voces más sólidas de la narrativa negra española. Con una novela recién publicada –”Contrarreloj” (Ed. Tusquets)– protagonizada por el detective privado Ricardo Cupido y traducciones a doce idiomas de sus últimas obras, Fuentes es un ejemplo de dedicación, talento y cuidado de cada detalle de su obra. Su charla comenzó elogiando el ejercicio de la discrepancia y practicándola con algunas de las opiniones lanzadas por la mañana por Fernando Savater. Una idea: la teoría de la coartada resulta insuficiente para lo que se escribe en el siglo XXI, ya que no se puede actuar como si la fragmentación y la incertidumbre que ocuparon el siglo XX no hubieran existido. Fuentes considera superada también la peripecia en la que se basa la novela negra clásica, por lo que considera que el género no ha dado lo mejor de sí mismo, que tendrán que venir escritores que saquen de los callejones sin salida a los que se han abocado las dos ramas del género. En ese camino está él, que no se considera a sí mismo un escritor de novela negra aunque el mercado lo incluya ahí, y leyendo cada una de sus obras se puede comprobar que huye de tópicos.Fuentes comenzó aboliendo las jerarquías entre géneros: no hay géneros mejores que otros, sino libros malos y libros buenos. El autor dejó patente la importancia de la literatura criminal en la literatura occidental, que llega a través de la traducción de Baudelaire de los relatos fundacionales de Poe. Pero ya no se puede seguir escribiendo como en el siglo XIX. La coartada, mecanismo principal de la construcción del relato policiaco de intriga, se basa en el tiempo y en el espacio, y la concepción de éstos se dinamitó durante todo un siglo. De igual modo, tampoco la sociedad de hoy es la de finales de los años veinte, cuando surgió la novela negra. ¿Cuáles son entonces los modelos de hoy? Esa sería la tarea del escritor, buscar una línea propia, un esquema nuevo, basado en la búsqueda, ajeno a las repeticiones de modelos pasados. Sobre estos principios, Fuentes pasó a comentar la práctica de su obra.
Fuentes manifestó que encuentra la inspiración en la realidad, llena de personas normales a los que se les viene encima una situación de violencia o malestar, no de gansters ni hampones. La mirada de su detective, Cupido, tiene una compasión galdosiana que contempla las debilidades humanas de su época, buscando que primero sea el personaje y luego su función. En este sentido, el escritor es un “investigador de biografías” donde importa tanto la víctima como el verdugo. Curiosamente, el personaje más plano, con menos relieve hasta ahora es Cupido, de quien Fuentes dice que es “un poco sosote” y al que va conociendo poco a poco. “Cuando le conozca del todo, dejaré de escribir sobre él”.
“Una gran novela tiene que estar sustentada por una gran historia y mil pequeños grandes detalles”, afirma Fuentes. En sus novelas hay digresiones, mezcla de funciones entre los personajes, estremecimiento más que entretenimiento, cosas que prohibe el manual. “No se puede prescindir de la intriga, pero todo lo demás se puede saltar por los aires. Y además no es mal ingrediente, están ya en Edipo”.



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