22 marzo 2010

"Los narcos invierten en el cemento español" Roberto Saviano


Nuevo libro. El autor de 'Gomorra' publica 'La belleza y el infierno', una selección de artículos en los que se demuestra que ha ganado fuentes, pero ha perdido oído en la calle

SANDRA BUXADERAS - Roma

Su obsesión por enseñar al lector el hedor de las víctimas acribilladas por la mafia o la espantosa visión de cuerpos desnudos que resbalan del contenedor de un puerto no sólo quiere ser una mecha encendida contra el crimen organizado. A Roberto Saviano (Nápoles, 1979) le interesa una literatura fiel a la esencia del hombre.

La editorial Debate publica una recopilación de artículos titulada La belleza y el infierno. Poco más que la visión tras arrastrar las consecuencias de su gran éxito, Gomorra. Su mirada se aparta a ratos de los boss de la Camorra para recrearse en la pasmosa maestría de Michel Petrucciani al piano o la titánica lucha del futbolista Leo Messi. Este es el Saviano en su intimidad, pensamientos enlatados.

Ha dedicado el libro a los lectores.

Sí, porque han hecho posible que Gomorra sea un texto peligroso.

Gomorra es un cuadro cubista, analiza el objeto desde diversas perspectivas. La belleza y el infierno es más ligero, como si se hubiera quitado un peso de encima.

Sí, es así. Quería que fuera una especie de paseo literario.

¿La belleza entre el infierno de la mafia, de la existencia la encuentra en la escritura o en el deseo de vivir?

En ambas cosas. La escritura debe comunicar mi deseo de vivir, que significa deseo de conocer. La vida acabará en el momento en el que ya no pueda hacerlo. Si debo encontrar una definición que me guste, sería la de un escritor que conoce y quiere dar a conocer. Camus dijo que existe la belleza y el infierno, y que quería ser fiel a ambos. Contar la belleza del hombre y la naturaleza y no esconder el infierno, la podredumbre, la muerte, el asco. Como escritor me reconozco en ambas cosas.

Tampoco renuncia a explicar la complejidad de la realidad y evita masticar todos los elementos al lector.

No, a veces hay que ser lo más claro posible, pero espero no hacerlo nunca en detrimento de la inteligencia.

Camus también dijo que el infierno tiene un tiempo, una duración. Espera que el suyo personal también lo tenga

Sí, le cito casi como un amuleto. La vida un día vuelve a comenzar. Eso espero yo también.

¿Continúa pensando a menudo en la muerte?

La diferencia entre otras personas y yo es que estoy obligado a pensar en la muerte porque te la convocan continuamente, te dicen que hay una operación militar contra ti, te recuerdan que estás en el punto de mira. Pienso en la muerte tan a menudo que ya no le tengo miedo. La veo como una cosa lejana que no me afecta. Es lo que te pasa cuando atormentas tan a menudo un concepto, que se aleja.

Pero no baja la guardia.

Sólo cuando la situación lo requiere. No llego al punto de la paranoia.

El famoso espía de la II Guerra Mundial, el catalán Garbo, desapareció un día dándose por muerto y sólo muchos años después descubrieron que había iniciado otra vida. ¿Le tienta algo así?

No, porque mi trabajo es público, no de espía. Mis palabras no tienen sentido si no las sostengo con mi cuerpo, con mi voz, con mi cara. Algunos me dicen: vete al Caribe. Pero no es mi vida. Mi recorrido es otro y no quiero renunciar a él.

¿Seguirá viviendo en Italia?

Cíclicamente. He estado en España, me gusta porque me siento en casa por el clima, las personas.

¿Y por la mafia también? El juez antimafia Nicola Gratteri, sobre el que usted escribió, contaba en Público que en España no nos hemos enterado de que aquí también tenemos mafia.

Sí, ya hace 20 años que España no se da cuenta. Hará falta, quizás, una matanza mafiosa para que los españoles despierten. España es un país privilegiado para los mafiosos. En Catalunya, Andalucía, Madrid, País Vasco, los mafiosos invierten, viven, trafican. Y, sin embargo, silencio.

Tal vez en España nos hace falta tomar conciencia de que el movimiento del dinero mafioso está alrededor, que nuestro dinero se cruza con el de ellos.

En España faltan los muertos. Si a un catalán o a un andaluz no les enseñas 60 muertos por año, no hay mafia. A pocos metros de este hotel en Roma, hay un café de la Ndrangueta y sigue abierto. Tampoco en Roma hay la misma percepción que en Nápoles. La verdadera diferencia es siempre la sangre. La policía permite a veces que los mafiosos se maten para atraer la atención mediática y poder actuar. Los mafiosos son inteligentes, se matan en Suramérica y en Italia, pero no en España. Por eso allí no nace el escándalo. Es el país perfecto para trapichear y hacer negocios. La izquierda se ocupa sí y no, la derecha está obsesionada por el terrorismo.

¿Y los españoles lo pagan sin darse cuenta?

España ha pagado dos veces la cuestión criminal, pero cuando lo cuento, me siento casi un predicador. Evito hacer estos discursos en España. Los atentados del 11-M fueron pagados con el dinero del hachís. La policía toleraba la venta de hachís. Si hubiera habido más rigor, las células no habrían conseguido comprar los explosivos. La investigación ha demostrado el tráfico con las mafias. Vendían droga a los italianos, a los holandeses España, además, lo está pagando con la crisis económica, provocada por la explosión de la burbuja inmobiliaria. Todos los narcotraficantes del mundo invierten en el cemento español. Por segunda vez, España paga y nadie habla de ello.

¿Falta un Saviano en España?

No, no habría aparecido porque se le presta mucha menos atención al fenómeno. Que los libros se vendan muy bien quiere decir que poco a poco los españoles se están dando cuenta, aunque con retraso.

¿La corrupción también ayuda?

No es comparable a Italia, la corrupción de allí es como la de Turquía y Suramérica. Pero en España el poder económico y la clase dirigente no quieren que se hable de mafia. Esto es seguro.

Cuando empezó a vender, los críticos se le echaron encima. ¿Le molestó que recelasen de su trabajo justo en ese momento?

Los críticos creen que un libro de éxito significa que los lectores se compran. Yo no me sustraigo al márketing, quiero seguir vendiendo tanto. Porque es la manera de ser un escritor libre, independiente, y una forma de calibrar si estoy escribiendo bien, si llego a muchas personas. Lo que ha enfurecido a las organizaciones criminales es que ir contra ellos se ha convertido en un negocio. ¿Como frenan ahora todo este movimiento en su contra?

¿Ha logrado complicarles la vida?

Sí, sin duda. Si vas a Casal de Príncipe y a Platí, las capitales mundiales de la mala vida, comprendes cuánto ha cambiado todo. La atención sobre ellos les ha fastidiado.

En cambio, critica que los medios italianos sigan mirando a otro lado.

Pasan por una crisis enorme. Hay periodistas de pacotilla, que eliminan noticias para progresar. Me da miedo de Italia la bajísima calidad de los medios.

Dice que no ha escrito el libro para los conformistas, como esos periodistas o sus viejos amigos.

De mis amigos sufrí en seguida desprecio, envidia. No tanto por haberme convertido en un escritor famoso, sino por haber alzado la voz y ellos no. No habrían tenido la fuerza de hacerlo. Son el símbolo de lo que el Sur debería dejar de ser. Atados a un palo, resignados, desganados, mal acostumbrados. Encarnan a una generación que está ahí para lamentarse. Para decir que todo es injusto, que hay precariedad, que hay corrupción y que no hay nada que hacer.

Pero sostiene que algo ha cambiado.

Se confía en el cambio. Me escriben y me dicen que les he devuelto las ganas de divertirse. Porque transformar el mundo también debe ser una diversión. No sólo pena o responsabilidad.

Dice que odia Gomorra, ¿pero no le compensa?

Sí. Haber sido llamado a hablar en la Academia del Premio Nobel, ganar el premio del Festival de Cannes... Hay cosas increíbles que sólo suceden una vez en la vida de un hombre y a mí me pasaron antes de los 30 años. Soy muy consciente de que hay un privilegio en todo esto. Aun así, sigo sin amar mi libro, que me ha obligado a una vida imposible, a mí y a mis familiares. Lo reescribiría, pero por la mañana me despierto y lo odio.

Cita al escritor Victor Serge, que logró abandonar la URSS, pero su familia sufrió represalias. También hoy, en Italia, su familia ha cambiado de vida.

Sobre todo mi familia, por una cuestión más cultural que militar. Cuando mi tía va a la carnicería y llega a la fila del cajero, le dicen: "Dejad pasar a la tía del héroe", para burlarse de ella. Son frases y miradas que te hacen la vida imposible. Es una situación totalitaria.

Ha dicho que sólo la Iglesia ha combatido algo.

En los pueblos, ha hecho más que cualquier otro. Pero no existe una sola Iglesia. La hija de Pasquale Condello, boss de la Ndrangheta, se casó con otro boss para unir a dos familias en la catedral de Reggio Calabria y recibió la bendición del Papa. El sacerdote no hizo comprobaciones.

¿El mafioso cree ser libre, pero se casa por el interés familiar?

Para ellos, casarse es algo diferente a amar. Cuando a un mafioso le cae una condena dura encima y tiene una mujer joven, la organización le busca una amante al cabo de un tiempo. Como se teme que la mujer pueda escoger libremente a alguien y complicar las cosas, le proporcionan responsabilidades o le cuentan secretos, entonces lo eligen ellos. Y no uno, varios, para que puedan escoger.

Y quién los propone, ¿el marido?

Sí. Varios para que pueda escoger. La mafia es capaz de gestionar la contradicción. Esto la hace potente.

En cambio, usted optó por la libertad y ahora se ve privado de ella.

Sí. Es bello decir que he escogido por libertad, pero lo he hecho también por rabia. Y por ambición. Por demostrarme a mí mismo y a los demás que mis palabras podían cambiar las cosas. Veía que las historias de mi tierra estaban esperando a que alguien las explicara. Tal vez era arrogante, pero sabía que debía hacer algo importante. No podría prever vender tantos millones de copias, pero sí estaba seguro de ser capaz de llegar a la gente.

¿Se ha librado de tener que buscar un sentido a su vida?

He encontrado el sentido profesional, sé que como escritor debo ser capaz de narrar, no sólo la mala vida. Pero mi vida privada se ha hecho muy difícil: veo a pocas personas y no me fío de nadie. La gente a menudo me mira como un héroe, o sea, como a una persona que debe morir. Quien sobrevive, deja de ser un héroe.

Muchas mujeres lo admiran y se ven capaces de soportar una vida blindada. ¿Le miran a usted o al personaje?

Hay una carga erótica que es divertida, me llegan cartas curiosas, propuestas increíbles y hasta hay quien se quiere casar conmigo. Pero no tiene nada que ver conmigo, sólo con el personaje. Nadie me mira a mí.

Salman Rushdie sí logró tener una vida personal.

Sí, lo sé. Pero sólo después de muchos años y con mucha desconfianza a su alrededor, como cuando se casó con Padma, que era miss Universo. Una vez me dijo: "Te salvarán dos cosas: Party and girls". Fiestas y chicas. Y añadió: "Te equivocas en todo lo que haces, quítate el sambenito. Si no, estás muerto antes de morir". No le falta razón.

Pero por lo que dice, usted desconfía de la gente que se le acerca.

Sí, tengo desconfianza, miedo a que la gente se acerque como un chantaje, para poderlo contar después.

Ha titulado su libro Belleza e Infierno. ¿No confía en que haya también bellas personas?

Las he conocido, obviamente, pero ha sido muy difícil cuidar estas relaciones. Ya es difícil en la vida normal, imagínese en una vida de vagabundos.

Le gusta Jenofonte porque escribió que es necesario conocer lo que se escribe. Ahora que vive aislado, ¿le preocupa no poder escribir como antes?

Sin duda. Vivo un extraño privilegio que es a la vez una condena. Tengo muchas fuentes: jueces, policías, arrepentidos. Pero me falta la calle. Es así. Me acostumbraré a una nueva escritura.


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