16 marzo 2010

"Con la ley contra la violencia de género hemos fabricado un obús" Lorenzo Silva


El autor describe en 'La estrategia del agua', su nueva obra, la indefensión del hombre frente a falsas denuncias de malos tratos


La aparición de un hombre asesinado en el ascensor de su casa pone en marcha de nuevo a Bevilacqua y Chamorro, la pareja de agentes de la Guardia Civil creada por Lorenzo Silva, dos personajes que llegaron hace 12 años a la literatura española con la firme intención de quedarse y, de paso, entretener a los lectores ofreciendo un retrato, desde el género negro, de la sociedad actual. En La estrategia del agua (Destino), el escritor madrileño se inspira en el episodio real de una mujer que encargó el asesinato de su ex marido a unos sicarios tras haberle denunciado en falso para hablar de las injusticias de algunas leyes.

-La estrategia del agua es un libro valiente en su denuncia de cómo algunas mujeres se aprovechan de la ley contra la violencia de género.

-No considero que sea valiente, porque no estoy contando nada que no exista. Está en los medios, hay mujeres, pocas, que están condenadas por esto. Hablo de algo consustancial al género humano. Cuando al ser humano, hombre o mujer, se le ofrece un recurso, siempre hay gente que abusa de él. Y cuando el recurso es excepcional, como ocurre con la violencia de género, el abuso resulta bastante más devastador.

-En muchos casos se le arrebata al hombre el derecho a la presunción de inocencia.

-Además eso sólo ocurre con los hombres: si una mujer lesbiana maltrata a una pareja no se ve sometida a esta ley, no ve restringida la presunción de inocencia. Algunas denuncias falsas pueden desencadenar privaciones de libertad momentáneas vía detención, o en algunos casos meses de cárcel. Esto es tan grave que creo que a la ley le falta una vuelta. Con la ley contra la violencia de género hemos fabricado un obús. Al que ponga en marcha este obús sin motivo le tiene que volver con la misma contundencia, para que la gente no vaya provocando acciones devastadoras que no tienen consecuencias.

-Pero da la impresión de que se está persiguiendo muy poco ese uso fraudulento de la ley.

-De hecho, en algunos sitios hay incluso instrucciones de no perseguirlo, algo que resulta difícil de entender tratándose, además, de delitos contra la Administración de Justicia.

-¿Sabe cuántas denuncias falsas se realizan al año?

-No las he cuantificado, pero hablamos de casos significativos. Que hubiese diez casos ya me parecería llamativo, y desde luego son más de diez.

-Es interesante que la mujer de la víctima sea procuradora, que esté dentro del sistema judicial.

-Sí, y en este sentido hay un caso que existe. En este país, si un hombre recibe una denuncia de una mujer que presenta lesiones, lo normal es que duerma en el calabozo, sin excepción. Pero si eres juez decano de Barcelona y tu mujer aparece con unas lesiones, no pasas ni un segundo en el calabozo.

-La novela acaba siendo un homenaje a aquellos padres que quieren ejercer como tales y no pueden.

-Ésta es la historia de un hombre que quiere asumir su responsabilidad como padre y elige luchar por medios legítimos, acudiendo a aquello que la razón le dicta y no entrando en ese juego de agresiones al que continuamente le están invitando. Ése es también el mensaje: que no hay que responder a esa criminalización del hombre rencorosamente, sino pidiendo justicia.

-Un planteamiento mesurado.

-Yo no estoy defendiendo al hombre porque haya perdido posiciones, porque haya retrocedido en su papel de privilegio. Yo nunca creí en ese papel, por tanto no tengo ningún interés en alimentar ese discurso desde el resentimiento o la revancha.

-En esta nueva entrega, presenta a un Bevilacqua en crisis. Un asesino que ha perseguido está en la calle por falta de pruebas.

-Puse esa situación al principio de la novela porque le daba humanidad al personaje. El policía no es ese personaje al que nos han acostumbrado los americanos, ese individuo más listo que los demás y que averigua lo que está oculto, y una vez que encuentra al malo lo reduce y lo ajusticia.

-Habrá recibido muchas muestras de gratitud por parte de la Guardia Civil, por unos personajes como Bevilacqua y Chamorro.

-Lo que he hecho es cargarme los estereotipos. La mayoría de los miembros de la Guardia Civil que he conocido tienen una verdadera vocación de servicio. He visto a investigadores de homicidios sin dormir, los he visto llorar cuando el criminal se les escapaba o cuando han podido llamar a una familia para decirles que habían cogido al asesino de su hijo. Ésa era una realidad que no salía, la literatura tenía unos prejuicios de otra época.



Texto: Braulio Ortiz

http://www.eldiadecordoba.es/

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