Ramiro Cifuentes recibe un misterioso aviso fúnebre que tiene su nombre.
Enterarse de que uno está muerto produce una especie de paradoja. Porque si la idea de la muerte atemoriza, acobarda, la curiosidad extrema nos pone en acción. Y el protagonista de la novela no tiene más remedio que enfrentar estas dos cuestiones como una sola, de principio a fin, con la misma intensidad.
El viaje para quitarse el miedo, y eventualmente descubrir el misterio, lo lleva por rincones de la ciudad y la literatura, por esos dos mundos complejos y laberínticos que tienen en común la imposibilidad de conocerlos del todo. Y, como se sabe, aquello que somos incapaces de comprender nos provoca siempre incomodidad y dolor.
Pero las inquietudes de la novela, que comenzó a escribirse hace más de veinte años, no serán las únicas causantes de estos malestares.
El autor, periodista de raza y escritor por vocación, pareció alertarnos sobre su propio destino. Murió apenas unos días después de haberle dado los últimos retoques, y en una fecha muy cercana a la muerte de Cifuentes, su personaje, como para que las incógnitas sobre los temores y los finales sigan haciendo su trabajo de no liberarnos nunca de las trampas que nos pone la vida.
Morirse cambia la vida
Jorge Camarasa
Editorial Raíz de dos 2016
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