Falsos inocentes
La inundación nunca llega a tierra súbitamente. Después de cada encarnizado golpe, aparentemente agotada, la ola retrocede como un encadenado que nos transporta de una escena a otra, de un conflicto a otro, de domingo a domingo.
Un año más la realidad ha Donaldo, digo, ha superado a la ficción y el cine observa con asombro y toma nota de un mundo asustado. Miedo al calentamiento global. A una nueva crisis financiera. Al botón rojo. A la gente que huele mal después de salir de la ducha. Ah! sí, a más pelis de los Trueba. A abrir una lata de conservas con un cuchillo afilado y al género, mucho miedo al género. A la libertad de expresión. A Hombres Mujeres y viceversa y a los monstruos. También hay quien se siente amenazado por fieles radicalizados. Muchos temen las sustancias químicas en los tomates e incluso la falta de ética de los robots. La psicología también ha aportado mucho al léxico del miedo, pero eso es otro tema. Un ejemplo rápido; la neofobia que es el miedo a las nubes e incluso la Donaldofobia, que es el miedo al espía soviético de tupe amarillo.
Y es que en la sociedad de la información parece que cada nuevo dato sugiere la posibilidad de un apocalipsis y por lo tanto, el mundo informado se encuentra en una constante carrera de relevos, de miedo a más miedo. Es como si alguna putada fatale estuviese permanentemente al acecho y tuviésemos la sensación de tener que hacer algo para detenerla, pero no sabemos que es lo que debemos hacer. Afortunadamente el mundo no solo tiene dientes. No todo es áspero, feo, negro y espeluznante. También hay color. Además, está el amor. Siempre está el amor.
Tal vez sea esta constante transición hacia un futuro incierto, lleno de conflicto, pasión, tensión, placer y un poco de aburrimiento lo que alimente nuestro interés por el cine negro y sus ramificaciones; policíaco, thriller, neo-noir, Lynch, suspense… llámese como se quiera. Ese género que nació como una reacción a un mundo culpable, y que ha sabido hacer de las taras de la civilización un espectáculo de masas y falsos inocentes.
A favor del espectáculo.
M
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