Secuestros, corrupción urbanística, mafia y una heroína única, una justiciera de los tiempos modernos
que nos sumerge en una divertida aventura policíaca. Una novela de suspense que te pondrá de buen
humor. Rosie Maldonne. Un nombre para recordar.
Tiene: veinticuatro años (casi veinticinco), la cabeza
muy alta, la falda muy corta y la lengua muy larga. Tres niñas (dos suyas y una adoptada). Un gato.
Una vieja caravana junto a una estación de tren abandonada. No tiene: ni un euro ni trabajo fijo, lo
que la obliga a vivir a salto de mata e ir trampeando. Le sobra: vitalidad, energía, alegría de vivir,
optimismo y generosidad. Su lema: sin duda sería «Que no cunda el pánico. Cuando tocas fondo solo
puedes remontar».
¿Y cuál es el problema?
En realidad son varios, uno detrás de otro. Todo empieza
cuando su mejor amiga Véro y su bebé desaparecen. ¿Los han secuestrado? ¿Quién y por qué?
Además la nevera está casi vacía (y ahora tiene que alimentar a cuatro críos, ya que se ha hecho
cargo del hijo mayor de Véro). Por suerte encuentra ciento cincuenta mil euros en varios sobres
repartidos por las papeleras de un parque. ¿Cómo fueron a parar allí, de dónde han salido? No
importa, bienvenidos, podrá llevar a los niños a comer al mejor restaurante de la ciudad. Pero ¿por
qué le han puesto la caravana patas arriba? ¿Qué pasa con el terreno donde está situada? ¿De qué
va ese poli monísimo con el que se tropieza por todas partes? ¿Por qué la persigue la mafia? Y ese
dinero que le ha caído del cielo, ¿le abrirá las puertas a un palacio o al infierno? Rosie, investigadora
a su pesar, para salvarse ella y a los niños se verá en el ojo del huracán de una trama de
corrupción. Lo seguro es que no va a dejarse amilanar.
En septiembre.
Un palacio en el infierno
Alice Quinn
Grijalbo 2015
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