En la ciudad de Ofidia no hay dioses celosos de la fortuna de los hombres, seguramente porque ninguna de sus
casi trescientas mil almas la tiene. En ella piensa Corominas cuando un día aparece el cadáver de un agente
municipal al que han rajado el vientre en plena calle y al que nadie llora. A medida que tire del hilo, lo que
descubra sobre un adolescente desesperado, una conjura y un librero de viejo cansado de perder, tal vez no
sirva para escribir una epopeya, pero sí una trama intensa, aguda y sutil hecha con los pedazos que deja la vida
cotidiana, esa en la que un trozo de verdad, aquí sí, es casi toda la verdad, y donde, pase lo que pase, siempre
acaban pagando los mismos.
Siempre pagan los mismos
Carlos Bassas del Rey
Alrevés Editorial 2015
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