Bellón trabaja como encargado de la seguridad en un club de postín, donde los jugadores piden cartas y empujan los billetes mientras acarician la cabeza de una chica debajo de la mesa.
Una de las chicas es agredida. Bellón se encontraba sentado en su silla escuchando la radio, ajeno a la agresión. El agresor desaparece sin ser identificado. Bellón es despedido.
El toque más amargo lo pone Saritos, la gerente del club, al encargar la localización del agresor a profesionales que dan la talla, no como Bellón.
Pero éste, despierto o dormido, tiene un sueño recurrente: Saritos le espera a la puerta del club con una guirnalda en la mano.
Bellón va de aquí para allá ganándose la vida como puede. Su pasado se borra cuando pega la oreja a la almohada. Y todo vuelve a empezar cuando sus pies se meten en los zapatos cada mañana. Es la vida la que le busca y él se deja llevar, quién sabe, la vida es caprichosa. Quizás algún día, Saritos, al verle aparecer en la puerta del club, le ponga la guirnalda y corra al mueble bar a echar hielo en dos vasos.
En librerías en mayo.
Todas las mujeres son peligrosas
Julián Ibáñez
Estrella Negra
Editorial Cuadernos del Laberinto 2015
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