Un avión que desciende bruscamente en pleno vuelo puede ser la parábola de un país que se creía destinado a subir sin límites. O de una vida, la del narrador, que pensó que bastaba con cambiar de escenario para cambiar el final del argumento.
Una niña pequeña que no deja de llorar mientras las turbulencias agitan la aeronave y la paciencia de los pasajeros, representa, quizás, la queja sin sentido de un pueblo acostumbrado a la abundancia. Y un misterioso pasajero que sólo con tocar al bebé logra que se duerma plácidamente, pasa de ser un héroe o un santón, a un villano a localizar cuando la pequeña no despierta ni en pleno motín de pasajeros en la T3 de Madrid, ante la desaparición de su maletas.
Y atención: no conviene pegarle una patada en los huevos a un perro anti- droga, si no quieres luego ser el forzado cuidador del rencoroso can policial.
Con estos elementos, Juan Guinot se pone en el lugar de su protagonista, un despistado ítalo-argentino afincado en Madrid, decidido a salvar a la niña y a descifrar, aunque sea en parte, un misterio que sabe desde el principio que le queda grande.
Descubrirá que las apariencias siempre engañan, y más en una ciudad que siempre vivió de las apariencias.
Con esta novela negra, delirante y sin embargo (o por ello) lúcida, Guinot esboza un fresco de la España actual, que por momentos parece un boxeador casi noquedado por la crisis, pero cuando lo salva la campana, desde su rincón, todavía fanfarronea.
(Carlos Salem)
Descenso brusco
Juan Guinot
Cazador de Ratas 2015
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