23 enero 2014

Entrevista a Empar Fernández. Nos presenta su próximo libro.



¿Por qué deberíamos leer esta novela?
 Es difícil responder a esta pregunta. Creo que uno de los motivos es que parte de una situación real, una maleta dando vueltas y más vueltas en la cinta giratoria de una terminal de un aeropuerto desierto, para desvelar una historia compleja que gira en torno a la pasión mal entendida y al sentimiento de culpabilidad.

¿Es La mujer que no bajó del avión una novela negra?
Es una novela en la que hay homicidios, muertes inducidas, delitos menores... pero no una investigación policial en el sentido estricto y convencional. Es una novela con crímenes, por acción u omisión, cuyos autores el lector conoce según avanza en la lectura. Quizás puedo afirmar, como lo haría Álex Bernal, uno de sus protagonistas, que se trata de una novela gris asfalto.

¿En alguna etapa de tu vida has escrito un diario? ¿crees que es útil como ejercicio literario?
 Lo he intentado en alguna ocasión, especialmente durante la adolescencia, pero carecía de la constancia necesaria. En La mujer que no bajó del avión el diario de Sara no responde a la necesidad más común de retener y conservar para el recuerdo rostros, sensaciones o instantes vividos, se trata más bien de una forma de expiación. Admitir la responsabilidad en sucesos tan trágicos como los acontecidos en la vida de Sara Suárez es su personal e intransferible manera de rendir cuentas.

¿Pensabas en un perfil de lector cuando la escribías? No, nunca lo hago. Pienso en construir una historia verosímil que reclame el interés del lector y que exija seguir leyendo hasta alcanzar el final. Ese es el reto, una buena historia escrita desde la piel de sus protagonistas.

¿Cuáles son tus referentes como lectora? ¿Y como escritora?
 Como lectora no puedo citar referentes, he leído mucho y sin orden ni preferencias, de forma aleatoria. En este aspecto tuvo mucho que ver el hecho de que mi padre trabajara durante casi toda su vida en una editorial. Por otra parte estoy convencida de que a lo largo de la vida filtramos cuanto hemos visto, leído, escuchado...y de que el oficio de escribir es el resultado de todo ello. Como escritora admiro tanto a los autores del xix, Zola, Balzac, Tolstói, Austen…, como a novelistas más recientes, Irène Nemírovsky, Sándor Marai… o a los dedicados al genero negro como Henning Mankell, Arnaldur Indridason, Georges Simenon…

Si tu biblioteca sufriera una inundación y solo tuvieras tiempo de salvar un ejemplar, ¿cuál sería?
Una situación dolorosa. Creo que escogería una obra espléndida que mezcla memoria y ficción que leí hace unos meses y que me propongo releer, se titula Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan.

El arranque de la historia nos plantea una interesante disyuntiva: qué hacer después de haberse apropiado ilegalmente de los objetos personales de otra persona, de parte de su vida, sin conciencia de haber querido robar.
En una maleta, ¿puede haber más verdad que en toda una vida?
En La mujer que no bajó del avión, la maleta de Sara es el desencadenante de una trama que nos permite descubrir las razones del naufragio de una vida que acabó realmente mucho antes. En este caso el contenido de la maleta es su verdad, la más trágica y dolorosa, el reconocimiento del papel desempeñado en una tragedia que abarca varias generaciones.

Uno de los dos protagonistas es un abúlico, al que no le interesa prácticamente nada y, en caso de que algo captase su interés, no tiene capacidad de acción, de lucha. Se deja llevar por una apatía cercana al nihilismo. Y, sin embargo, el lector se ve impelido a seguir leyendo, porque quiere saber cómo va a resolver tal embrollo alguien que nunca toma decisiones.
¿Tienes la sensación de que estamos rodeados de personas así, seres grises que solo reaccionan bajo presión extrema?
 Tengo la certeza de que hay personas así, de hecho conozco alguna, y por eso uno de los propósitos de la novela es el de explicar cómo puede llegar a producirse el necesario cambio de actitud, cómo una persona habitualmente indiferente llega a experimentar la curiosidad extrema o el enamoramiento. Álex Bernal, lector compulsivo y joven abúlico, experimenta el amor por primera vez mientras intenta reparar el error que le lleva a involucrarse sin remedio en la historia de Sara.

El lector se zambulle, junto al protagonista, a través de la lectura de un cuaderno, en la vida y la verdad de la propietaria de la maleta. Una historia apasionante, llena de silencios, malentendidos y falta de comunicación. Este es uno de los elementos clave de la novela: que nos convierte en vouyeurs de vidas ajenas, incluso un abúlico actúa para saber más.
¿La curiosidad mueve montañas?
 Desde luego, la curiosidad nos lleva a cometer torpezas, incluso delitos, y es un sentimiento tan humano como la atracción amorosa o la aversión.

Tu novela está granada de personajes peculiares.
¿Crees que estas particularidades, como que Álex tenga la capacidad para identificar todos los matices de las variedades cromáticas del azul, que sea un Pantone andante o la meritoria capacidad intelectual de Eloy, son el tipo de cosas que atrapan al lector, que hacen que desarrollen cierta ternura o admiración hacia ellos? En esta novela sí, la trama exigía personajes peculiares, aunque no extraordinarios. Gente con sus rarezas, sus habilidades y sus carencias, que permitieran giros que hubieran sido imposibles con protagonistas menos singulares. He intentado que los protagonistas de la novela ( Álex, Eloy, Sara...) fueran personajes completos y que tuvieran la facultad de atrapar la atención del lector por sí mismos, más allá del discurso narrativo.

Y por último, ¿qué me hubiera perdido de no haber leído La mujer que no bajó del avión?
Una historia de ficción que intenta mostrar y demostrar que la culpabilidad es algo difuso, compartido y terrible capaz de malograr una vida.


Esta entrevista ha sido facilitada por la Editorial Versatil

La nueva novela de Empar Fernández estará en librerías el 10 de Febrero.


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