20 junio 2013

Muere 'Tony Soprano', el 'gángster' de los ojos tristes



James Gandolfini estaba seguro de que no le darían el papel de Tony Soprano. "Yo pensaba que contratarían a un tipo con buena pinta. No a George Clooney pero sí a una especie de George Clooney italiano", contaba el actor el año pasado durante una entrevista publicada en la revista 'Vanity Fair'.

 Y sin embargo se antoja imposible imaginar la magia de 'Los Soprano' sin la silueta apabullante de su protagonista, al que David Chase ofreció el papel de padrino despreciando actores más conocidos y con mucho más tirón. "Gran parte de su genio residía en sus ojos tristes", decía este martes Chase aún noqueado por el fallecimiento de su amigo. "En ocasiones no era un tipo fácil. Pero era mi socio y mi hermano de un modo que no creo que nunca pueda llegar a explicar". 

Al principio nadie daba un duro por 'Los Soprano', según han reconocido muchas veces algunos de sus protagonistas. Pero la popularidad de la serie se fue disparando a lo largo de sus 86 episodios hasta alcanzar la cifra de 14 millones de espectadores: una audiencia que desde entonces no ha reunido ninguna otra creación del canal HBO.

Parte del éxito cabe atribuírselo a la interpretación memorable de Gandolfini, que ayudó a retratar los problemas de su personaje: un mafioso vulnerable empeñado en que sus negocios ilegales no perturben su vida familiar. 

Precursora de la edad de oro de las series, 'Los Soprano' enseguida se convirtió en un fenómeno de masas y lanzó la carrera de guionistas como Matthew Weiner ('Mad Men') o Terence Winter ('Broadwalk Empire'). La clave de su éxito fue superar los clichés del género y parodiarlos para trazar el relato tragicómico de un padrino irritable y con problemas psicológicos en las antípodas de los mafiosos omniscientes de Martin Scorsese o Francis Ford Coppola. 

Hasta cierto punto Gandolfini tuvo una infancia similar a la de Tony Soprano. Nació en Westwood en septiembre de 1961 y se crió en una familia de inmigrantes italianos en cuyas filas nunca hubo ningún actor. Su padre fue albañil, héroe de guerra y conserje de una escuela y su madre ejerció como encargada de la cafetería del instituto donde estudió.

El joven Gandolfini se graduó como periodista en la Universidad de Rutgers. Pero a priori no parecía aguardarle un futuro mucho mejor que el de sus padres. Se mudó a Nueva York y trabajó como jardinero, como camarero y como librero de ocasión. También ejerció como portero en algunos clubes nocturnos y aprendió a hacer trabajos de albañilería para subsistir mientras se iniciaba en la interpretación.

 El 'New York Times' publicó en mayo de 1988 un artículo sobre inquilinos itinerantes de Manhattan en el que aparece retratado un joven Gandolfini, "cuya vocación es el teatro pero cuyas cuentas las pagan empleos en la hostelería y en la construcción". El actor desvelaba entonces que en apenas unos años había vivido en barrios tan dispares como Park Slope, Astoria y Hoboken y decía que nunca pasaba más de 10 meses en ningún sitio y nunca pagaba más de 400 dólares al mes. "Para mí mudarme no es un drama", explicaba antes de que despegara su carrera. "Lo meto todo en bolsones de basura y lo tengo todo colocado en unos minutos. Sin mi nombre en el contrato, entro y salgo y no tengo responsabilidades".

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Texto: Eduardo Suárez
Foto: El Mundo

Fuente. www.elmundo.es

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