El escritor italiano considera que superada la edad de los 80 años era hora de explorar "nuevos caminos" narrativos, como los que transita en su nueva novela, "La muerte de Amalia Sacerdote", con la que ha ganado el II Premio Internacional de Novela Negra RBA.
EFE El asesinato de una muchacha supuestamente a manos de su novio, conocido popularmente como el "crimen del Garlasco", que tuvo bastante repercusión en los medios de comunicación italianos, sirvió a Camilleri como punto de partida para crear esta novela, en la que intenta explicar una cierta situación siciliana, en la que la mafia tiene relaciones con la política y con la banca.
En unas declaraciones facilitada por RBA, Camilleri señala desde Palermo que "llegado a la edad de 83 años, uno tiene unas ciertas ganas de cambio" y esos anhelos se han concretado en esta novela que sitúa su acción narrativa en Palermo, y en la que por primera vez no recurre a su entrañable comisario Montalbano.
El padre de Montalbano también percibe que se está moviendo respecto de su manera de escribir: "Estoy experimentando nuevos caminos, porque estoy harto de seguir siempre las mismas dos autopistas, la de las novelas históricas y la de Montalbano".
Llega un punto en el que uno ve que hay desvíos que te llevan a puestos absolutamente nuevos y desconocidos, comenta Camilleri, quien no puede evitar un lamento: "Desgraciadamente, en una edad avanzada". La novela ganadora del RBA de Novela Negra es, en palabras del autor siciliano, "la investigación de un aspecto concreto de la realidad siciliana de hoy, que intenta desvelar ciertos mecanismos económicos y políticos que no están lejos de esa realidad, y en ese sentido hay muy poca ficción".
De este modo, Camilleri se ha alejado de la habitual investigación de un asesinato o de un hecho de sangre, como siempre pasa en las novelas policíacas. Además del ámbito judicial, "La muerte de Amalia Sacerdote" se desarrolla en la redacción de la RAI en Palermo, "un ambiente -matiza Camilleri- de periodistas, bastante culto, atento a lo que pasa a su alrededor" y que, reconoce, "tal vez sea poco habitual en Italia, pero muchas novelas de Estados Unidos, por ejemplo, se desarrollan en un ambiente burgués y culto, y también Pepe Carvalho, en el 99% de los casos, investiga en un ambiente de personajes ricos".
Camilleri acepta la existencia de cierta "literatura policíaca mediterránea", de la que cita sus más ilustres representantes, su amigo Manuel Vázquez Montalbán, el griego Petros Markaris o el autor magrebí Chraïbi, recientemente muerto. A su juicio, el auge de esta literatura mediterránea de género refleja que "las enseñanzas de Hammett y Chandler se han transferido por fin a Europa, donde la anécdota policíaca tiene tanta importancia como el contexto de la sociedad donde acontece el asesinato o la anécdota policíaca en cuestión".
Y añade: "hoy se puede entender mejor la Marsella multiétnica leyendo las novelas de un escritor ya muerto como Jean-Claude Izzo que no leyendo ensayos sobre la ciudad". En estas declaraciones, Camilleri no puede evitar hablar de la situación política italiana actual: "Lo de Berlusconi no es política, es otra cosa. Hablar con él de política es como hablar de política con un marciano".
Tras confesarse como "un hombre de izquierdas" proclama: "Acepto hablar de política con un posfascista como Fini porque tenemos el mismo vocabulario, solo que él utiliza unas palabras y yo otras, si bien podemos entendernos en la discusión, pero con Berlusconi no hay lenguaje humano con que comunicarse".
Camilleri agradece el premio de RBA porque se trata de "un reconocimiento del extranjero que me convence todavía más de que soy escritor". En broma se confiesa "lento de reflejos" y con socarronería recuerda: "Me di cuenta de que estaba casado cuando nació mi primera hija, y ahora un reconocimiento que viene del extranjero me convence de que, 'malgré tout', soy escritor".
FOTO EFE-ARCHIVO/Basso Cannarsa
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