Por Juan Carlos Rodríguez
Foto. Eugenio Suarez (La Nueva España)
Es el caso de "El caso". Para ser más preciso, el caso del misterioso archivo de "El caso". O mejor aún: de "El caso", "Sábado Gráfico", "El cocodrilo Leopoldo"? así hasta citar las 14 publicaciones que creó y dirigió Eugenio Suárez Gómez (Daimiel, 1919), uno de los grandes apóstoles de la prensa que ha dado este país: "Más de un millón de fotos, desaparecidas. Era un patrimonio mío y lo perdí. No sé dónde están".El caso del archivo de "El caso" es, pues, el enigma del paradero del testimonio gráfico de la sangre y los intestinos de un país que se desperezaba, de todos y cada uno de los sucesos entre el 11 de mayo de 1952 y un día incierto de 1988 en España, al que acudían de visita obligada abogados y policías.
Un día incierto, porque "El Caso" se lo quitaron de las manos entre la quiebra y la envidia a Eugenio Suárez, y siguió durante unos años una agonía, aquejado de fiebre amarilla y agotado por inventarse cada día a sí mismo. Ahora "El caso" se hace a diario en los plató y redacciones de postín.
Más de un millón de fotosLa cuenta de Suárez (Daimiel, 1919) es que hay un millón de fotos en paradero desconocido, sin desdeñar, primero, las del corazón que coleccionó aquel otro magacín de éxito que fue "Sábado gráfico", escuela y templo de escritores como José Bergamín, Álvaro Cunqueiro, Alfonso Ussía o Antonio Gala; rápidamente transmutado en un semanario de actualidad gráfica cuando divisó el dorado de la Transición.
Y ninguna de toda aquella trama de publicaciones -de defensa de los consumidores, de motor, de cine, de cómic sea, "Velocidad", "Aire libre", "La bota", "Discóbolo", "Cine en 7 días" o "Burladero"- que Juan Caño, señor omnipresente del Grupo Hachette, nombra con honores. "Construyó un verdadero imperio periodístico sobre la base de El Caso", afirma en su libro testimonio, "Revistas, un decálogo subjetivo".
Sí, aquel semanario "logró en su época llegar a los lugares más recónditos de España y que fue la única lectura de millones de personas", como dice Caño, que se confiesa: "Yo la dirigí y aprendí con ella lo que es sentir de cerca el aliento de los lectores porque nunca estuve en una publicación que mantuviera contacto más estrecho con su público".
Pista perdida en AlmeríaUn archivo hoy secreto o perdido -vaya a saber- para ilustrar un siglo, y que tendría un valor incalculable, en el que llovían fotos lo mismo de la Dirección General de Seguridad, como de lectores que descubrían sus propios casos o de la nómina de fotógrafos que se foguearon entre cadáveres.
"Igual , hasta lo vendieron al peso y lo convirtieron en pasta de papel? es que hay cada necio". Eugenio Suárez tan sólo sabe ?o quiere contar? que en medio de la ruina en la que acabó su emporio de papel y homicidios, él por delante, mandó el archivo a Andalucía, a la redacción de "La voz de Almería", periódico al que, a su vez, le llegó la hora de la ruina, el cierre y los acreedores. "Uno de ellos se debió llevar el archivo. Pero no sé más".
Y ahí, quién lo puede decir, se acaba la historia. Porque con Eugenio Suárez y sus años maravillosos nunca se sabe. ¿Tendrá alguien aquella colección de las fotos del rostro sin escrúpulos de José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Morris, de 33 años? ¿Las del ocaso de sus cuatro víctimas muertas en una orgía de sangre y violencia?
La herencia de Margarita LandiY aún más, ¿habrán sobrevivido los testimoniso del reguero de "casos" que fue desmenuzando aquella "mujer pegada a su pipa" que fue Margarita Landi, la periodista-detective que se sacó de la manga Eugenio Suárez, y de la que Ussía dijo tajante: "Era una periodista como la copa de un pino, un personaje irrepetible". Más de un criminal fue detenido gracias a las pesquisas de Margarita Landi.
El mismo Ussía que en la necrologíca de Landi cuenta midiendo la talla de aquel Eugenio Suárez único e irrepetible, hoy ya con 90 años encerrado en Asturias aún con un artículo diario de devota escritura, cómo éste intentó convencer a Antonio Gala de que siguiera escribiendo en "Sábado Gráfico".
Les descerrajó un tiro aunque después bajó la mano: "Es lo que te va a pasar si no vuelves a escribir para Sábado Gráfico". Pero no hubo sangre, por una vez, en el despacho de la calle Covarrubias, en Madrid, a la que la Landi por cierto fue la primera en llegar.
Elogio y defensa del semanarioClaro que Suárez no estaba de acuerdo con la carnicería con la que se describe la posteridad "El caso". De hecho, él mismo ha escrito, aseándolo: "No chorreaba sangre porque estuvo racionado por el régimen a un suceso mortal por número. Y en aquella epoca se mataba poco y mal".
Quizás, su perdurable mérito residió en alimentar y conservar la fidelidad de su clientela en tales condiciones. Y así, Suárez mira aquel periódico y aquel tiempo como "un periodismo duro, exigente, difícil, surgido en la desolación informativa de una coyuntura histórica determinada, que entretenía la curiosidad -morbosa si ustedes quieren- de miles de lectores".
Aún hoy lo ve con benevolencia, con la gratitud a los tiempos en los que en su despacho habitaba un cocodrilo en una pecera: "Escrito correctamente y con un firme y permanente objetivo: estar contra los malos, los asesinos, violadores, ladrones, timadores a menudo de guante y cuello blanco, relatando al público las cosas que pasaban y que podían decirse. Nunca disfrutó trato de favor, al contrario, hubo de remar contra la corriente de quienes soportan mal el éxito ajeno". Fueron frecuentes, de hecho, sus visitas al Tribunal de Orden Público, tanto que le cuelgan como un aura.
Despolitizar la realidadLa historia de "El caso" la resumió Umbral con media verónica entre dos frases: "Era una manera de dar España real, contra la España oficial de la dictadura. Los sucesos fueron una tercera vía para dar la verdad del país (como el "Pascual Duarte" de Cela, en muy diferente y altísimo nivel literario). Franco permitió El Caso porque pensaba que la gente, distraída con el crimen de la portera, la gata con alas o el hongo milagroso, se iba a despolitizar, como así fue". (Francisco Umbral, "Los sucesos", en "El Mundo", 16.3.93, p. 7).
El propio Suárez narró su fulgor y decadencia -"La historia de El Caso es sólo parte de la mía, transcurrida en tiempos excepcionales que me sacaron del encuadre de un ciudadano normal"- en un libro de memorias y confesiones excepcional, "Caso cerrado. Memorias de un antifranquista arrepentido" (Oberón, 2005): "Arruinado vuelvo a estar como hace casi setenta años -decía-, con el corazón pequeño y nervado, lo que, según mi médico de cabecera, me ha permitido sobrevivir a un buen puñado de adversidades".
Elogios para un visionarioQuien sabe si el enigma de "El caso", el de su archivo y, ya digo, el de su supervivencia y su éxito, incluida toda la literatura de sucesos que literalmente se inventó y reinventó cuando no había más carne de cañón, sirva para redescubrir a Suárez, como dice Juan Caño.
"Casi desconocido hoy por las generaciones actuales de periodistas, este asturiano genial merece figurar en cualquier historia de las revistas por su importante pionera contribución a la modernización del medio". Y es que Caño lo proclama como uno de nuestros diez grandes periodistas del Siglo XX.
Sí se sabe al menos, que de su archivo misterioso e incógnito, ha sobrevivido los 500 tomos que encierran la vida periodística de Suárez, las colecciones de las 14 cabeceras que creó, cocinó y se comió, mientras España, sin más, también las devoraba. "Las doné a la Facultad de Periodismo de la Universidad San Pablo CEU y, por lo que sé, allí siguen, muy bien cuidadadas". Menos mal. Algo queda.
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