Eugenio Fuentes presenta ´Contrarreloj´, una novela negra enmarcada en el Tour de Francia. Traducido en 12 países, el autor pretende elevar la calidad del género, «en ocasiones no muy brillante».
EDUARDO TÉBAR Cuarta etapa del Tour de Francia. Tobias Gros, el favorito e imbatible ganador de las últimas ediciones de esta carrera, muere asesinado mientras descansa en el hotel tras una jornada agotadora. Así arranca ´Contrarreloj´ (Tusquets, 2009), la novela con la que Eugenio Fuentes (Montehermoso, Cáceres, 1958) rinde su particular homenaje literario al ciclismo. Un deporte que, según el autor, representa mejor que ningún otro la lucha del ser humano consigo mismo, en soledad. Manejos entre equipos. Papeles que se reparten los corredores en cada etapa. Disputas y enemistades entre ciclistas. Escurridizos equipos médicos que proporcionan el dopaje en dosis exactas. Suspense y emoción. Galardonado con varios premios y traducido en doce países, Fuentes ha logrado con éxito situarse como uno de los autores españoles de novela negra con mayor proyección en el extranjero. En parte, gracias a su detective privado Ricardo Cupido, protagonista de sus últimos títulos.
-Se dice de usted que es la esperanza blanca de la novela negra española.
-Me siento muy querido. La crítica me ha elogiado de una manera aduladora. Fuera de España he encontrado un afecto que no me esperaba. Siento que reconocen mi estilo. Una novela negra no puede renunciar a nada que sea literario. No se puede bajar el listón del campo semántico que resuena alrededor de cada palabra ni pasar por encima de los personajes. Creo que hay que intentar elevar la calidad literaria media de este género, que no siempre ha sido brillante.
-¿Por qué un relato deportivo?
-Hay un contexto general, que es el deporte. La literatura siempre termina dando cuenta de las preocupaciones y de las obsesiones del sitio. La verdadera literatura termina hablando del tiempo y del hombre que habita en el tiempo. El deporte es un fenómeno reciente. Nació en el siglo XX, pero hasta el último tercio no se masificó. Hoy mueve una enorme cantidad de dinero y arrastra multitudes. Yo, personalmente, tengo una enorme afición al ciclismo como espectador y como practicante. El personaje de esta serie, Ricardo Cupido, se desplaza siempre en bicicleta. Y España ha sido el centro del dopaje en los últimos años. De alguna manera, todos esos ingredientes pedían que escribiera una novela sobre ciclismo. Los libros vienen a buscarte en ocasiones.
-Usted ha teñido de rojo el maillot amarillo.
-Nadie se espera un muerto durante el Tour de Francia, que es un terreno muy vigilado. Los ciclistas tienen medido cada minuto del día. Pero había otras pulsiones más allá de la trama policiaca y la sangre. El ciclismo guarda muchos vínculos con la literatura. Es un deporte que no necesita el juego en equipo, como el fútbol, o contra alguien, como el tenis. Se puede practicar en soledad, donde te enfrentas a tu propia fuerza. El ciclista tiene que rendir y ser productivo para su equipo como el escritor para la editorial, porque de lo contrario te apartan.
-¿El ciclismo es una metáfora del paso por la vida?
-En la novela hay una metáfora continuada. En los momentos verdaderos de la vida, uno está solo. La editorial nunca te dirá qué palabras tienes que utilizar. Eso forma parte del trabajo en soledad. Cuando subes la montaña o en la contrarreloj, estás tú solo con tus propias fuerzas. Eso es lo más parecido a la vida.
-Y como en el deporte, hay victorias y fracasos.
-Es una lucha contra los elementos. El triunfo resulta prodigioso. En este libro hay una carga muy fuerte de amor. Es una novela de itinerario, negra y psicológica, pero sobre todo, es una novela sobre el amor y la pérdida de la inocencia. En lo momentos de bisoñez, el deporte está lleno de felicidad. Incluso en la práctica como aficionado. Te da un bienestar cuando el cuerpo empieza a generar endorfinas.
-Pero también llega a describir la bicicleta como un instrumento de tortura.
-En la alta competición puede ser así. Las piernas están amarradas a los pedales y el ciclista está atado al manillar. El asfalto genera un calor que recuerda al del combustible con el carbón. Competir puede convertirse en una tortura.
-¿Ayudan o perjudican las noticias truculentas que ha producido el ciclismo en los últimos años?
-Por desgracia, el ciclismo ha vivido unos años terribles por los asuntos del dopaje. Ahora bien, sería una injusticia para los que compiten cumpliendo las reglas. En realidad, se trata de un deporte limpísimo. Los aficionados no tienen que pagar una entrada porque el ciclismo se desarrolla en las carreteras. Tampoco se ven seguidores que insulten al corredor que es de otro equipo, cosa que sí sucede en el fútbol. Al contrario, sienten el impulso de empujar y ayudar al ciclista. Se mezclan las nacionalidades, no hay barras bravas ni ultras. Esa nobleza es maravillosa, pero está en la sombra.
-El personaje Ricardo Cupido protagoniza sus obras. ¿Las ve como entregas por fascículos?
-La mitad de mis libros están protagonizados por Cupido. Es el personaje que más resonancia mediática ha conseguido, sobre todo por la buena suerte que ha tenido con las traducciones en once países europeos. Me da una satisfacción enorme.
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