En ´El hombre más buscado´ el escritor pone en la picota a los servicios secretos occidentales a la sombra del 11-S El autor cuestiona los excesos del poder en la persecución de fantasmas y la explotación del miedo
John Le Carré adquirió fama y fortuna desmadejando las complejas telarañas del espionaje de la guerra fría, y ahora se ha reinventado como la pluma más lúcida a la hora de denunciar los abusos del Estado con el pretexto de la lucha antiterrorista. Situarlo políticamente a la izquierda - como hace la prensa británica-es de un extraordinario simplismo. Para criticar la política exterior y los servicios de inteligencia norteamericanos no hace falta ser muy de izquierdas.
Desde la casa de la costa de Cornualles donde vive hace cuarenta años, mirando hacia Nueva Escocia y las aguas bravías del Atlántico Norte, Le Carré (77 años) ve el mundo con una extraordinaria clarividencia. El hombre más buscado,una paleta en la que pinta la necedad y el egoísmo de los gobiernos occidentales - y sus servicios de espionaje-en la lucha contra el terror islámico, y la manera en que están dispuestos a sacrificar a cualquier individuo por los intereses políticos del momento. Si uno está en el lugar equivocado en el momento equivocado y tiene el color de piel equivocado, ser culpable o inocente es lo de menos.
Regreso a Hamburgo. "En la novela he regresado a Hamburgo - cuenta el autor a la prensa británica-,porque fue allí adonde tuve que ir exilado como cónsul de Gran Bretaña después de que se me identificara como el autor de El espía que surgió del frío.Soy un gran admirador de la cultura y el idioma alemanes y ha sido estupendo volver a la ciudad donde viví cuando era mucho más joven y observar cómo ha cambiado".
El puerto hanseático no es escenario frecuente de libros ni de películas, pero en este caso viene como anillo al dedo para hablar del mundo de los asilados políticos, los espías infiltrados en mezquitas y las redenciones extraordinarias; al fin y al cabo, tres de los terroristas del 11-S - entre ellos Mohamed Atta-emprendieron en sus calles el siniestro viaje hasta las Torres Gemelas.
El hombre más buscado se centra en la interacción de cuatro personajes: Issa, un solicitante de asilo mitad ruso mitad checheno, personaje cuyo auténtico propósito en Hamburgo constituye un enigma; Annabel Richter, una atractiva abogada de derechos humanos que lo acoge bajo sus alas protectoras para impedir que sea deportado, en parte en un intento de redención por anteriores fracasos; Günther Bachmann, un veterano agente de inteligencia alemán empeñado en desentramar una compleja red de financiación de la Yihad, y Tommy Brue, un sesentón banquero escocés con unos cuantos esqueletos en el armario.
Ni blanco ni negro. "Al igual que en otras mis novelas - explica Le Carré-,entran en conflicto los imperativos políticos, las pasiones individuales de los personajes y las consideraciones morales, en un juego de círculos concéntricos en los que nada es tan blanco y negro como sugieren los planteamientos maniqueos de los gobernantes". El novelista nunca ha ocultado su desdén por George Bush y los términos en que planteó su guerra contra el terror y el empeño en vincular a Al Qaeda con Sadam Husein como pretexto para iniciar la guerra en Iraq.
Así como sus novelas de la guerra fría explicaron el mundo del espionaje británico, su burocratización y la facilidad con que sus propios agentes eran sacrificados, El hombre más buscado no oculta una crítica descarnada a la prepotencia de Estados Unidos y su política de disparar primero y preguntar después, ya sea en casa o en el extranjero, como si la supuesta amenaza terrorista lo justificara todo.
Como sus otras veinte novelas anteriores, la última de Le Carré describe un mundo oscuro donde se entremezclan - no siempre con el resultado deseable-el patriotismo, la moralidad, el deber profesional, las pasiones individuales y la lealtad, formando una especie de neblina en la que se desenvuelven los personajes. El gran narrador de los entresijos de la guerra fría se ha adaptado perfectamente a la ecuación política y de inteligencia del siglo XXI.
Así como en El jardinero fiel se fijó en el nexo entre los intereses del Estado y las grandes corporaciones, en El hombre más buscado vuelve su mirada a los excesos del poder en la persecución de fantasmas, la explotación del miedo y la debilidad, el retroceso social que significa la renuncia a libertades. El escritor plantea cómo los servicios de inteligencia construyen como reales situaciones que no lo son, cómo los políticos permiten esa manipulación y cómo ese entramado es un obstáculo para combatir de verdad el terrorismo islámico.
En recientes declaraciones, Le Carré es ambivalente respecto a la guerra contra el terror y claramente contrario a sus métodos, ha condenado los deliberados intentos de provocar a Rusia e incluso ha confesado (luego desmentido) que se sintió tentado de pasarse como espía al bando ruso, no por razones ideológicas sino por mera curiosidad, para ver qué había del otro lado. "La diplomacia actual es un desastre - afirma-.Por lo menos los norteamericanos tienen la excusa de la ignorancia, no saben lo que hacen. Los británicos sí lo saben, y aun así lo siguen haciendo".
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