Se puede jugar con el corazón de una pobre niña rica pidiéndole dinero para comprar libros y utilizándolo para pagarse a un par de profesionales del sexo... Se puede jugar con el miedo de una famosa modelo y actriz de cine, y asediarla con llamadas telefónicas y amenazadoras hasta hacerla enloquecer... Se puede jugar al escondite con un traficante de drogas, metiéndose en su discoteca y destrozándolo todo sólo para llamar la atención... Se puede jugar con las palabras y elaborar teorías literarias, revolucionarias e iconoclastas sobre autores clásicos de toda la vida y sus detectives de ficción, con la única intención de ligar... Se puede jugar con cueros y cadenas y mordazas y látigos... Se puede jugar en casa y en la calle, en el hospital, en el aparcamiento, en el asilo de ancianos, en el restaurante y hasta en casa de tu hijo, en compañía de nuera y nietos... Se puede jugar a policías y ladrones, y a investigadores privados, como los de las películas, y al ajedrez, y al parchís, y al póquer, y al mus, y hasta a la ruleta rusa... Pero con los muertos, no, eso sí que no: Con los muertos no se juega.
Con los muertos no se juega
Andreu Martín, Jaume Ribera
Books4pocket 2009
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