Charli es los músculos. El Nene. bueno, no es que sea un lumbreras, siempre va pasado de rosca, pero es de una fidelidad ciega. Y quien los unió como pareja en el mundo del crimen es don Anselmo, alias Frigorías, un narcotraficante de la costa levantina. De eso hace cuatro años, en los que ambos se han dedicado a pasar droga de Oporto a Valencia. Pero últimamente una voz interior le susurra a Charli que ya va siendo hora de dejarlo.
Una mañana, mientras su colega todavía duerme, Charli agarra la bolsa con los sesenta kilos de coca pura de la última recogida y huye. Horas más tarde don Anselmo cuelga el móvil a un angustiado Nene y acto seguido marca el número de Mauro, para quien tiene un encarguito.
Así empieza una historia de tramposos y estafadores en el submundo hispánico de la droga por la que pululan camellos de poca monta y menos luces, gerifaltes del narcotráfico entrampados en la burbuja inmobiliaria, exlegionarios, strippers, propietarios de burdeles, contables, clanes gitanos y ni un solo policía. Pero es que esta es la España real, donde «la policía solo decomisa un ocho por ciento de la droga que circula por el país. El resto, ni la huele».
Sesenta kilos
Ramón Palomar
Grijalbo 2013
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