Tarde primaveral, como diría Chencho, inolvidable periodista deportivo, la del sábado dos de mayo en la Feria del Libro de Valencia. Mucha gente. Las casetas muy animadas, las ventas no sé si tanto, a pesar de los descuentos, a pesar de la crisis, a pesar de la falta – dicen – de lectores ... Juan Madrid (Málaga, 1947) llega caminando por el centro del pasillo ferial, entre el murmullo zumbón de los congregados. Le acompaña otro escritor, viejo amigo mío, una amistad irrenunciable como la define él: Alfons Cervera, que oficia de introductor de embajadores. Pasamos al local de la Organización. Mucho ruido, algo de calor, altavoces anunciando firmas. Juan Madrid está en Valencia para promocionar su última novela, ‘Adios, princesa’, una ficción policial ya en su segunda edición, en la que una joven presentadora de televisión, Lidia Ripoll, que sale con el Príncipe de Asturias, aparece asesinada en una calle madrileña. El escritor malagueño, a pesar de su apellido, enciende un cigarrillo y comenzamos a charlar.
Herme Cerezo / SIGLO XXI
¿Lo importante es escribir o crear?
Son sinónimos aunque no todo creador es un escritor. La palabra creador no me gusta, yo soy un artesano, un constructor de relatos, un contador de historias.
Eres licenciado en Historia Contemporánea y durante mucho tiempo escribiste en prensa, ¿qué te llevó allí?
Yo era profesor y llegué a la prensa porque me echaron de la universidad donde daba clases. Me encontré sin trabajo y como hacía buenos panfletos pensaba que sabía escribir. En este medio estuve más de treinta años, desde 1973 hasta 1995. Allí comencé a pulir la palabra, la herramienta más importante del escritor. Lo poco que sé lo aprendí durante todos esos años.
También has sido director de películas.
Sí, he dirigido una película y un documental y he escrito guiones para televisión y cine, como te digo, me muevo en todo lo que sea contar historias.
Por si faltaba algo, diriges talleres de escritura. ¿Se puede aprender a ser escritor?
Cuando mis amigos me hablan de un rayo divino que te atraviesa la cabeza, que ya naces con ese don y esas cosas, no me lo creo. Éste es un oficio artesanal, que se tarda tiempo en aprender. El escritor es el que escribe, se aprende escribiendo. Yo siempre les digo a mis alumnos que hace falta el deseo de escribir. Consigue ser escritor quien es capaz de aguantar.
¿La ficción sirve para comprender mejor la realidad?
Sí, absolutamente. La literatura no es tanto una disciplina del lenguaje como del conocimiento del mundo, de la naturaleza de los seres humanos y de la vida. Toda novela es una propuesta de mirada al mundo. Nosotros hemos aprendido todo a través de los relatos.
¿Por qué te inclinaste por el género negro o policial?
El término más apropiado es género policiaco, aunque soy consciente de que hago novela negra. Cuando me puse a escribir yo quería, y quiero, contar las historias que no se cuentan, las que se manipulan, con las que se engaña a la gente. Pretendo que mis novelas sean un contrapunto al discurso único, al discurso oficial.
¿Se vive en España del género negro?
Desde 1995, que dejé el diario ‘El Mundo’ y antes ‘El País’, yo no hago nada más que escribir novelas. Y mantengo a tres divorciadas, lo que no está mal.
O sea que, a estas alturas, lo del folio en blanco a ti no te preocupa.
Lo del folio en blanco es una gilipollez. Yo tengo miedo del folio escrito, pero no del folio en blanco.
¿Utilizas guión o te dejas llevar?
Construyo mis historias, las sueño antes de escribirlas durante mucho tiempo: seis meses, uno, cinco, quince años ... Cuando creo que las tengo claras, preparo un guión para organizarlas. A lo mejor es una manía mía, pero necesito hacerlo. Suelo tardar menos en escribirlas que en soñarlas y jamás he terminado mis novelas con los principios que había soñado, siempre cambian.
Por cierto, ¿cuándo escribes?
Por las mañanas, soy escritor diurno. Me levanto muy temprano, como la Guardia Civil.
El protagonista más utilizado en tus novelas es Antonio Carpintero, alias, Toni Romano, ex boxeador, ex policía, Juan, ¿cómo lo concebiste?
Toni Romano surgió después de leer a Hammet, a Babel, a Baroja y la novela picaresca. Entonces pensé en un personaje que fuese español, que no tuviese ningún tic americano, muy nuestro. He intentado huir del tópico lo máximo posible. No sé si lo habré conseguido o no.
En ‘Adiós, princesa’, a Toni Romano, le acusan de asesinato, cosa que ya le ha ocurrido otras ocasiones, ¿alguna vez podrá trabajar a gusto?
Bueno, Toni Romano no es detective, no es un investigador, trabaja en lo que puede y como puede para ir tirando. En ‘Adiós, princesa’, no le acusan de asesinato, sino de cómplice.
Algo que llama la atención en todas tus novelas son los diálogos.
Trabajo mucho los diálogos, doy clases sobre ellos en la Escuela de Cine de La Habana y procuro no copiar a los americanos. El diálogo es muy importante porque define al personaje, nos informa y demuestra a qué clase social pertenece, qué quiere decir y qué quiere ocultar. Me joden las novelas donde todos los que intervienen hablan igual y las camareras se expresan como doctores en lingüística.
Aprovechando el éxito de ‘Adiós, princesa’, están reeditando toda la serie de Toni Romano, ya era hora, ¿no?
La anterior editorial me las tenía bloqueadas a causa de una serie de problemas. Y ahora, cuando he recuperado los derechos de mis novelas, que han sido traducidas a un montón de idiomas, se están volviendo a publicar.
Tus obras muestran un amplio retrato de la España de la Transición, ¿entrará alguna vez Toni Romano en el 23-F?
Sí, en la próxima novela que estoy preparando hablaré de eso. Es un tema que domino porque dispongo de mucha información. Conozco a los viejos policías, que son viejos como yo, y por eso tengo conocimiento de causa para escribir sobre este tema.
¿Alguna vez será feliz Toni Romano?
No, nunca. Es un personaje sin futuro. Sólo con presente. Como yo que cada vez tengo más pasado y menos futuro.
¿Te quedan nuevos títulos para esta serie o se acerca el final?
Al final no sé cuántas novelas escribiré, pero seguro que serán más de las siete actuales.
Foto: Herme Cerezo
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