05 febrero 2010

Se editan dos historias policiacas que Terenci Moix escribió con seudónimo




ELENA HEVIA

BARCELONA

La máscara más rara de las muchas que se colocó Terenci Moix es la de autor de novela negra. Y si es prácticamente desconocida en su biografía es porque, cuando se dedicó a esa tarea, al género lo llamaban de guardias y serenos. Terenci escribió dos, Besaré tu cadáver y Han matado a una rubia, novelitas de a duro, con papel ínfimo y pocas pretensiones, que se vendían a patadas en los quioscos, ayudaban a pasar la imaginaria en la mili y se intercambiaban los domingos en el Mercat de Sant Antoni. Durante años, Terenci, que en realidad se llamaba Ramón, no quiso acordarse de que él también fue Ray Sorel –el seudónimo extranjero era obligado para esta literatura modesta–. Cuando algún amigo recuperaba los libritos, «olvidados que no malditos», en un librero de lance, recordándole su vergonzante existencia, echaba balones fuera. «Sois beau et tais- toi» (sé guapo y calla) fue la dedicatoria que puso a su amigo el dramaturgo Pedro Villora cuando se presentó con una de ellas.

Ahora, lo que son las cosas, aquellas novelas baratas se presentan en un solo volumen de tapa dura cortesía de Planeta, edición de su hermana Ana María Moix , prólogo de lujo de Pere Gimferrer y banquete. La celebración, al más puro estilo del autor, reunió a (casi) todos sus amigos alrededor de una mesa en Casa Leopoldo. Estaban Ana María Moix , Enric Majó –su pareja sentimental durante 14 años–, Sergi Schaaff, Romà Gubern, Ana María Matute, Rosa Regàs, Elisenda Nadal, Pedro Villora y Boris Izaguirre. Aunque ninguno de ellos podía levantar el acta notarial del Terenci (entonces Ramón e ilustre desconocido) que en 1963 y 1964 escribió estas novelas «animado por las ganas de empezar a ser publicado», según Villora. La única capaz de recordar aquellos tiempos, Maruja Torres (a la sazón, María Dolores), causó baja.

«Fue otro Ray, Rai Ferrer, quien dos años después de la muerte de Terenci me trajo una de las dos novelas que yo entonces no tenía y pensé que no era un buen momento para valorarlas porque no podría ser objetiva. Cinco años más tarde sigo sin serlo, pero por fin me he decidido a publicarlas», explica la hermana.

Gimferrer, sin embargo, ha sabido encontrar flores en el fango: «Las mejores cualidades del narrador, las que en adelante harían de él un escritor irrepetible, están aquí», escribe. Eso ya lo intuía el propio Terenci que inventó en Besaré tu cadáver una Roma imaginaria estilo dolce vita y en sus poco precisas memorias recordó cómo las novelas rosas que intentó escribir –¿quizá estas?– le parecían al editor de turno como un «totxo de Thomas Mann».


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