16 febrero 2010

Scorsese y DiCaprio sacuden el festival de Berlín con un filme paranoico



Shutter Island’ mezcla el ‘thriller’ y el ‘film noir’ con personajes siniestros

La cuarta película que ruedan juntos se estrenará en España el próximo viernes


Tiene sentido que hoy, día de San Valentín, Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio aparezcan en los periódicos de todo el mundo posando con una sonrisa y un brillo tonto en los ojos. Porque, como demostraron ayer en la Berlinale ante el mayor despliegue mediático y de fans que el festival vivirá este año, se quieren. Y es lógico. El uno nunca es tan buen actor como cuando trabaja para el otro. El otro ha tenido que esperar hasta trabajar con el uno para que le dieran el Oscar.

Shutter Island, que ayer se presentó en el certamen fuera de competición, es la cuarta colaboración entre ambos, tras Gangs of New York y El aviador –decepcionantes las dos– y la oscarizada y estupenda Infiltrados. «Cada experiencia ha sido única –recordaba ayer DiCaprio–. Confiamos el uno en el otro, compartimos el mismo compromiso y los mismos gustos. Ningún actor debería desaprovechar la oportunidad de trabajar con Martin tantas veces como pueda, porque con él aprendes a ser mejor actor y porque ama el cine y te contagia ese amor».

En cualquier caso, la estrella de la película no es DiCaprio, sino una isla tras cuya fachada rocosa se esconden actos de Dios y toneladas de drogas y unos doctores muy oscuros que tal vez participaron en experimentos nazis. Incluso planea la sombra de la CIA, por no hablar de los psicópatas que se han retirado allí para pasar la jubilación, convenientemente enjaulados. «Es una película muy intensa y compleja, pero yo no diría que es precisamente divertida», bromeó el actor. Solo un demente la definiría como tal, pero seguro que Scorsese se lo pasó bomba orquestando este mundo horrible de personajes demasiado siniestros y sombras demasiado alargadas, que mezcla con mano de santo las convenciones del cine terror, el film noir y el thriller y les añade toques sobrenaturales, mucha claustrofobia y muchísima paranoia. Por algo el argumento transcurre en el año 1954, un tiempo en el que los norteamericanos se sentían desorientados e inseguros a causa de la caza de brujas del senador McCarthy, la guerra gría, la fiebre por los platillos volantes y otras psicosis.

HOMENAJE AL MIEDO / «Experimenté ese miedo de niño, y las películas que veía reflejaban ese clima –recordó el director–. Laura, Retorno al pasado, La invasión de los ladrones de cuerpos… son títulos que me han inspirado. Me interesó usar la historia del cine como vocabulario». El resultado de ese interés es que, 36 años después de rodar Malas calles, Scorsese sigue metiendo la mano en las grietas del cine de género para alcanzar sus honduras psicológicas y emocionales. Shutter Island podría haber sido rodada por Hitchcock, o por Samuel Fuller o Fritz Lang. Por momentos hasta recuerda a El gabinete del Doctor Caligari.

Scorsese nos empuja a un auténtico pasaje de los horrores, y a cada paso del viaje nos hace dudar sobre cuál es la historia verdadera, quién miente, qué es real y qué ilusorio. Y nos sacude, y perturba nuestras simpatías, y reorienta nuestras expectativas hacia direcciones imprevistas. Y cuando finalmente el director nos descubre la verdad, comprendemos que necesitamos ver Shutter Island otra vez para atar cabos y tratar de entender cómo no nos dimos cuenta antes. Se estrena en España el viernes que viene.

Texto: Nando Salvá




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