31 agosto 2009

Los Canallas/ Eugene Izzi


James Marino, Jimbo, un policía de la división antimafia de Chicago, lleva tres meses trabajando como topo en el submundo de la ciudad, entre delincuentes mafiosos y asesinos profesionales. Su capacidad para el camuflaje ha dado sus frutos y está a punto de acabar con la cúpula de la Organización. Sin embargo, sus planes se frustran cuando Gigi Parnell, al que envió a presidio tras un duro cuerpo a cuerpo, cumple su condena de diez años y sale en libertad. GiGi, un psicópata que no está dispuesto a recibir más órdenes que las procedentes de su propio cerebro perturbado, solo tiene dos obsesiones: el oscuro recuerdo de la relación enfermiza con su madre, muerta mientras él estaba aún en la cárcel, y la ciega necesidad de acabar con el único hombre que fue capaz de hacerle frente. Jimbo tiene que lidiar no solo con el aparato de la mafia y con un monstruo que lo tiene entre ceja y ceja, sino también con sus propios compañeros de trabajo, que no aceptan sus métodos expeditivos, su individualismo y su odio vengativo contra toda forma de sometimiento a las normas sociales establecidas.


Los Canallas
Eugene Izzi
Barataria, Mar Negro 2009

27 agosto 2009

Benegas/ Francisco José Jurado


Benegas no es un sabueso al uso. Es un investigador de la vieja escuela. Benegas no se deja llevar por corazonadas, intuiciones o trucos parecidos. Lo suyo es la lógica. Benegas no es un perdedor compulsivo, un alcohólico solitario con una vida complicada. Es un tipo normal que incluso quiere a su mujer. Observador perspicaz y puntilloso, perseverante y testarudo como sólo un Tauro puede llegar a serlo, el inspector tiene dos aliados a la hora de resolver los casos: una capacidad de análisis ciertamente sui géneris y un profundo conocimiento de las miserias del ser humano tras más de veinte años de carrera, el que de verdad importa.Tres asesinatos vienen a romper la plácida monotonía de una ciudad como Córdoba. El cadáver de un alto cargo de la Junta de Andalucía aparece flotando en las aguas del río Guadalquivir durante el tórrido mes de agosto. Un suicidio bajo el que se esconde un crimen que hunde sus raíces en los duros tiempos de la posguerra. Un segundo caso en el que se unen la prostitución de lujo, el sexo en Internet y la evasión de capitales con el mundo académico y universitario como telón de fondo. Y un tercer crimen - la desaparición y muerte de un joven escritor de novelas policíacas, contratado como negro por un reputado autor – que nos muestra el sórdido entramado de la compraventa de premios literarios y la fabricación de falsos prestigios en el mundillo editorial.

Esos son los casos que, siguiendo la mejor tradición de la novela negra mediterránea, deberá resolver el inspector Benegas, jefe de la Brigada de Homicidios de la Policía Judicial de Córdoba, protagonista de la primera novela que Francisco José Jurado publica en la colección Tapa Negra de Almuzara.



Benegas
Francisco José Jurado
Almuzara 2009

26 agosto 2009

Caso Cerrado/ Robert Rotenger



Debería haber sido un caso visto y no visto. El principal presentador de radio del Canadá, Kevin Brace, ha confesado que ha dado muerte a su joven esposa. El cadáver de su mujer yace en la bañera con una herida mortal de cuchillo justo debajo del esternón. Ahora, sólo debería quedar el procedimiento legal: documentar la escena del crimen, llevar el caso a juicio y se acabó. El problema es que, después de musitar esas palabras incriminadoras, Brace se niega a hablar con nadie, ni siquiera con su propia abogada. Con el descubrimiento de que la víctima era una alcohólica autodestructiva, la aparición de unas extrañas huellas dactilares en la escena del crimen y un revelador interrogatorio judicial, el caso, aparentemente sencillo, empieza a adquirir todas las complejidades de un juicio por asesinato ardorosamente disputado.Firmemente enraizada en Toronto, desde la antigua prisión del Don hasta el depósito de cadáveres o los umbríos corredores de la histórica sala de justicia del Ayuntamiento Viejo, Caso cerrado nos conduce en una visita fascinante a una ciudad tan vital y excitante como el mosaico abigarrado que puebla el relato de Rotenberg. Están Awotwe Amankwah, el único periodista negro que cubre el crimen; el juez Jonathan Summers, un ex capitán de la Marina que dirige su tribunal como si todavía estuviera en el puente de mando; Edna Wingate, una «esposa de guerra» británica de ochenta y tres años fervorosa practicante del yoga con calor, y Daniel Kennicott, ex abogado de un gran bufete que se hizo policía después de que su hermano fuese asesinado y la investigación terminara en un callejón sin salida.
Debería haber sido un caso visto y no visto. El principal presentador de radio del Canadá, Kevin Brace, ha confesado que ha dado muerte a su joven esposa. El cadáver de su mujer yace en la bañera con una herida mortal de cuchillo justo debajo del esternón. Ahora, sólo debería quedar el procedimiento legal: documentar la escena del crimen, llevar el caso a juicio y se acabó. El problema es que, después de musitar esas palabras incriminadoras, Brace se niega a hablar con nadie, ni siquiera con su propia abogada. Con el descubrimiento de que la víctima era una alcohólica autodestructiva, la aparición de unas extrañas huellas dactilares en la escena del crimen y un revelador interrogatorio judicial, el caso, aparentemente sencillo, empieza a adquirir todas las complejidades de un juicio por asesinato ardorosamente disputado.
Firmemente enraizada en Toronto, desde la antigua prisión del Don hasta el depósito de cadáveres o los umbríos corredores de la histórica sala de justicia del Ayuntamiento Viejo, Caso cerrado nos conduce en una visita fascinante a una ciudad tan vital y excitante como el mosaico abigarrado que puebla el relato de Rotenberg. Están Awotwe Amankwah, el único periodista negro que cubre el crimen; el juez Jonathan Summers, un ex capitán de la Marina que dirige su tribunal como si todavía estuviera en el puente de mando; Edna Wingate, una «esposa de guerra» británica de ochenta y tres años fervorosa practicante del yoga con calor, y Daniel Kennicott, ex abogado de un gran bufete que se hizo policía después de que su hermano fuese asesinado y la investigación terminara en un callejón sin salida.



Caso Cerrado
Robert Rotenberg
Mosaico 2009

25 agosto 2009

Cortina de Humo/ Sandra Brown


Cuando la periodista Britt Shelley despierta y se encuentra en la misma cama que Jay Burgess, detective estrella del departamento de policía de Charleston, es incapaz de recordar cómo ha llegado allí... O por qué Jay está muerto.Atractivo y mujeriego, Jay fue el héroe de un trágico incendio que cinco años atrás destrozó la comisaría de Charleston. El bombero Raley Gannon, amigo de infancia de Jay, no trabajaba el día del incendio, pero recibió la misión de investigar sus causas. La pesquisa nunca concluyó porque, una noche calamitosa, la vida de Raley se hizo añicos.Traicionado por la gente en quien más confiaba, Raley se vio obligado a renunciar a la mujer que amaba y al trabajo al que se había consagrado.Al mismo tiempo que avanza la investigación sobre la muerte de Jay, y que crecen las sospechas en torno a Britt Shelley, Raley Gannon comprende que la periodista es tal vez su única posibilidad de obtener una revancha personal y, ante todo, de hacer justicia por las siete víctimas fatales del célebre incendio.

En Cortina de humo, una fábula sobre la corrupción -y sobre quienes se atreven a denunciarla-, Sandra Brown ha logrado su novela más intensa y abrasadora.


Cortina de Humo
Sandra Brown
Mosaico 2009

19 agosto 2009

"Dulce navidad", un cuento de Domingo Villar


El 23 de diciembre de 2008, el señor Panizo llega con el periódico bajo el brazo, saluda con un gruñido, abre la puerta con la llave que guarda en el bolsillo y entra en el banco. El cajero, la interventora y el vigilante jurado le siguen al interior de la sucursal, y le ven desconectar la alarma, atravesar la oficina y encerrarse en su despacho.

No han transcurrido un par de minutos, cuando la interventora llama a su puerta.

-Perdón, señor Panizo , los Ortega quieren verle.

El señor Panizo levanta la nariz de la pantalla de su ordenador y masculla entre dientes. Sobre los hombros de la interventora, ha distinguido los rostros de los ancianos a quienes lleva semanas denegando el crédito para un viaje. ¿No ha sido suficientemente claro al explicar que no desea volver a perder el tiempo con ellos?

Cuando quiere protestar, los señores Ortega ya están sentados al otro lado de la mesa desplegando su arsenal de sonrisas pedigüeñas.La anciana, como siempre, es quien toma la iniciativa:

-Ya sabe que mi marido es de Soria.

-Sí -contesta el señor Panizo, aunque maldita la gana que tiene de saber de dónde son los muertos de hambre que se acercan a su oficina.

La señora Ortega le explica que todos los años compran lotería en Soria¿ ¿Y fíjese qué casualidad¿ ¿le dice, mientras abre el monedero y desdobla un billete.

El señor Panizo lee el número en el billete y mira de soslayo la portada del periódico. Si hubiese sido un lobo, habría levantado las orejas. Recuerda las imágenes del bar de Soria que los informativos no han dejado de repetir desde la mañana anterior, los afortunados con el primer premio saltando y bebiendo champán frente a la cámara.

-¿Saben cuánto dinero les ha tocado?

-Son 600.000 euros, ¿no?

El señor Panizo extiende la mano para sostener el billete, pero la anciana lo retira antes de que pueda tocarlo.

-Aún no sabemos si lo vamos a depositar aquí.

-¿Dónde va a estar más seguro su dinero? Éste es su banco desde hace años. Si en algún caso no les hemos atendido como corresponde no es por voluntad nuestra, ya supone. Es la coyuntura la que no permite tomar riesgos excesivos¿

-¿Tienen caja fuerte? ¿le interrumpe la señora Ortega, y le explica que sólo buscan una oficina que custodie el billete mientras deciden qué hacer con el importe del premio.

-Por supuesto.

-¿Es segura?

-Esto es un banco, señora.

-Lo sabemos, pero los bancos se roban.

-Como mucho pueden robar lo que haya en el mostrador ¿se jacta el señor Panizo¿. La caja tiene un sistema de apertura retardada que impide que un atracador pueda acceder a ella. ¿Quieren verla?

Los ancianos asienten y el señor Panizo descuelga el teléfono y pide al cajero que vaya abriendo la caja de seguridad.

La señora Ortega sonríe y coloca sobre la mesa una bolsa con dulces navideños.

-¿Unos mantecados? Son de Soria, como mi marido.

No tienen buen aspecto, pero el señor Panizo se lleva a la boca un dulce. Cualquier cosa antes de permitir que vayan con el boleto a otra sucursal. Y cuando la anciana se levanta para ofrecer mantecados al resto del personal la sigue por la oficina para asegurarse de que ninguno de sus empleados rechaza el ofrecimiento.

A los diez minutos, el cajero avisa: -La caja fuerte está abierta.

Como manda el protocolo, el señor Panizo ordena al vigilante que cierre la puerta de la entrada y acompaña a los señores Ortega a comprobar las medidas de seguridad de su banco.

Un minuto después, el señor Panizo se tambalea y cae inconsciente al suelo. El cajero se acerca a auxiliarlo, pero también se desvanece. Desde el interior de la caja fuerte, los ancianos oyen derrumbarse al vigilante de seguridad y saben que el somnífero de los mantecados también debe haber hecho efecto en la interventora.

Se miran a los ojos y sonríen.

Vacían la caja fuerte y, antes de abandonar el banco, en la fotocopia burda del billete premiado, los ancianos desean al señor Panizo una muy feliz navidad.


Domingo Villar


18 agosto 2009

Infected / Scott Sigler


Entre Soy leyenda y El club de la lucha, este thriller te mantendrá en tensión hasta el final. En sus casi treinta años de servicio en la CIA, el agente Dew Phillips jamás había visto algo parecido. Se están produciendo casos aislados de violencia extrema sin motivo aparente. Ciudadanos corrientes se convierten en brutales asesinos y atacan a sus amigos, familiares, incluso a sus propios hijos. Los síntomas incluyen paranoia, esquizofrenia y comportamientos agresivos. Para la epidemióloga Margaret Montoya, este caso supone el mayor desafío de su carrera. Ambos se verán inmersos en una carrera a contrarreloj para acabar con tan extraña epidemia antes de que los medios destapen la noticia y el pánico cunda por todo el país.

Infected
Scott Sigler
Minotauro 2009

17 agosto 2009

Carles Quílez: «Los de arriba siempre ganan»

ERNEST ALÓS BARCELONA
–¿Hasta qué punto el libro se basa en casos reales?
–Son dos casos reales pero separados, que yo he relacionado. Uno es la detención por los Mossos de una pareja de nacionalidad francesa con armamento tipo Chacal. Los identificaron como un comando de los servicios secretos franceses. La otra es la historia de un psicópata violador de prostitutas. Lo que vinieron a hacer los franceses me lo invento, porque no se sabe: pasaron ocho meses en prisión, pagaron la fianza y desaparecieron. No comparecieron en el juicio, pero sí lo hizo la Guardia Civil para ver cómo iba todo.
–¿Cómo es Patrícia, la periodista que investiga el caso?
–Valiente y sinvergüenza, como todo buen periodista. Es Carles Quílez; el nombre es de una compañera; vive en un piso como el de Mayka Navarro, y le gusta Springsteen como a Neus Sala... La novela es un homenaje al periodismo de investigación, que está en sus peores horas.
–¿Tan fácil les resulta a los espías escapar de la justicia
–En el caso real, el mayor de los Mossos y el fiscal jefe recibieron visitas de altísimos cargos de los servicios secretos franceses y del servicio de información de la Guardia Civil, que alegaron razones de seguridad nacional para tapar el tema.
–¿Siempre ganan?
–La moraleja es que no hay victorias, solo pequeñas batallas que ganar. Los de arriba, los poderosos, siempre ganan. Dicen que la novela negra es el mejor sitio para poner humor. Yo aquí no he querido o no he sabido.
–¿Por qué hay tantas novelas policiales con periodistas?
–Si el policía actúa bien es su obligación, si actúa mal comete un delito. El periodista puede actuar con cierta imprudencia y resultar simpático. Le podemos perdonar cosas que no le podemos perdonar a la policía.
–Los Mossos cada vez son más protagonistas en la novela negra.
–Tienen investigaciones ambiciosas que llegan a las universidades como ejemplo de investigación, y la ratio de delincuencia es la misma que con la Policía Nacional.

Que se mueran los feos/ Boris Vian


Tras saludar a los amigos y tomar una copa, Rock Bailey salió del club del viejo Lem a tomar el aire. Una invitación a fumar, un pequeño mareo y... Rocky, joven y atractivo deportista californiano, se ve envuelto, sin comerlo ni beberlo, en una turbia historia de experimentos genéticos, luchas entre bandas y misteriosas apariciones y desapariciones de rubias despampanantes. A cuestas con su preocupación por conservarse casto hasta los veinte años, Rocky, ayudado por sus amigos, intentará resolver una enmarañada trama a lo largo de las páginas de esta delirante y corrosiva parodia de novela negra, tan de moda en sus días. Aquí todo es posible : dar al traste con los buenos propósitos de castidad, lanzarse en paracaídas sobre una isla, que hablen los perros, que se hagan chistes sobre el presidente Truman... y que se desee la muerte de los feos.






Que se mueran los feos
Boris Vian
Tusquets 2009